EL CENSO EN BOLIVIA: ¿EN MANOS DE QUIÉN ESTUVO?


Las controversias, dudas y, finalmente, los inobjetables cuestionamientos a la calidad del Censo de Población y Vivienda 2024, obligan a rendir cuentas, sobre todo para clarificar en manos de quiénes estuvo el trabajo técnico y las principales responsabilidades en la ejecución de una labor que requería gran profesionalismo. Sin embargo, la realidad fue diferente y, por lo tanto, es oportuno preguntar por qué se nombró como responsable del censo en el departamento de La Paz, a una persona que jamás tuvo los conocimientos mínimos de demografía, estadística, población, logística y, mucho menos, conocimientos sólidos para liderar un proceso censal que requería, sencillamente, honestidad para brindar información cierta y técnicamente solvente.

La evidencia muestra que el responsable del censo en La Paz apenas pudo aprobar la materia de “Matemáticas 99” en la carrera de sociología de la UMSA a finales de los años 80, una asignatura elemental para, posteriormente, aprender “Estadística”. Al mismo tiempo, dicha persona también abandonó sociología al no poder aprobar un seminario de fuentes donde debía mostrar su capacidad académica para presentar una tesis. Finalmente, como un consuelo personal aparente, obtuvo un título en la Universidad Nuestra Señora de La Paz, trabajando mucho tiempo en la alcaldía de La Paz, no por su idoneidad profesional, sino más bien por su militancia partidaria y el clientelismo político que caracteriza a las burocracias de las instituciones públicas. No se puede jugar con fuego, gastar tanto dinero en un censo que fue resistido, emplear tanto tiempo en aplacar los conflictos y nombrar a los responsables, sin tener la confianza técnica, ni los conocimientos necesarios, es una señal de derroche de recursos, cuando lo que más se necesita es cuidar los fondos públicos en una época de crisis.

Colocar a ciertas personas en puestos estratégicos, puede ser que obedezca a una oscura tradición política en Bolivia, pero hay momentos en los que no se puede entregar la realización de tareas importantes a cualquiera, como fue el censo. No hay desarrollo sostenible sin políticas de población y, en consecuencia, los resultados estadísticos del censo son vitales para tomar decisiones de Estado, no solamente en al ámbito de la distribución de recursos económicos para las regiones y municipios, sino también en la visión de largo plazo que Bolivia se imagina en materia de desarrollo económico y social, especialmente después del Bicentenario. Hay que repensar seriamente cómo seguir adelante luego de los 200 años de existencia como país independiente.

El crecimiento poblacional en Bolivia no solamente refleja los problemas de fecundidad y mortalidad, sino también varios interrogantes y demandas políticas, estrechamente vinculadas con el desarrollo sostenible, entendido como la posibilidad de combinar eficientemente nuestros recursos naturales, humanos y económicos, para lograr un desarrollo responsable que permita proteger el medio ambiente y tener la capacidad de satisfacer las necesidades de nuestras futuras generaciones. 

Las tendencias que muestran los resultados preliminares del Censo 2024, tienen resultados contradictorios: ¿es Bolivia más urbana o rural? ¿En qué regiones se va a aprovechar el bono demográfico? Si bien los departamentos como Santa Cruz y las ciudades como El Alto tienen características especiales, con centros urbanos que están adquiriendo proporciones gigantescas, el surgimiento de mega-ciudades fomenta la concentración de mano de obra y la producción industrial en unas cuantas áreas urbanas. Tomando en cuenta la velocidad y poca planificación de los procesos de urbanización en el país, debe preocupar especialmente el hecho de que, en Bolivia, los principales núcleos metropolitanos y las ciudades intermedias han perdido la capacidad para anticiparse a las demandas de infraestructura y servicios. 

En muchas ciudades, las viviendas de calidad y económicamente accesibles, carreteras, atención sanitaria especializada, provisión de educación básica y universitaria, así como el saneamiento y suministro de agua potable confiable en el largo plazo, no lograron mantenerse a la par del rápido crecimiento de la población urbana. El gran contingente de mano de obra desempleada o sub-empleada, no calificada y semi-calificada, es una de las consecuencias del incremento en la población urbana. Gran parte de este mundo marginal termina por establecerse en tugurios y asentamientos clandestinos carentes de empleo y educación. Los resultados del censo son vitales para contrarrestar estos problemas porque se van a convertir en la causa de futuros conflictos políticos. 

El incremento de la población es uno de los factores que, justamente, socava la base de recursos del medio ambiente, constituyendo un factor de significación excepcional y, por lo tanto, imprescindible para ser tomado en cuenta en el diseño y ejecución de políticas sustentables. Si hay algo muy evidente es que el Estado boliviano –y en especial el Ministerio de Planificación del Desarrollo– debe mantener una visión integral de los temas demográficos, incorporando explícitamente los factores de población dentro de las decisiones prospectivas y el armado de cualquier estrategia para combatir la pobreza. 

Los temas que hoy día están siendo debatidos, se sintetizan en lo siguiente: a) la necesidad de alcanzar una mejor distribución de la población; b) los efectos de una acelerada urbanización; c) una nueva política para la distribución de tierras; d) estrategias para escapar de la pobreza urbana; e) descentralización con institucionalidad eficiente; y f) el papel protagónico que las autonomías y los municipios tienen, al ser los escenarios fundamentales para la gestión de políticas en los ámbitos locales. 

Es insuficiente articular el desarrollo sostenible solamente con el medio ambiente y el uso racional de los recursos naturales. A estos tres elementos debe agregarse, necesariamente, la dimensión poblacional. No hacerlo es actuar irresponsablemente con las consecuencias que la dinámica demográfica traerá sobre el desarrollo humano y la transformación productiva que se espera. 

Las respuestas estratégicas del Estado boliviano en torno a la problemática poblacional deben canalizarse hacia el establecimiento de una batería de datos confiables provistos por el Censo 2024, que es la fuente de información principal para coordinar las políticas públicas nacionales, departamentales y municipales en materia de población, con la capacidad de deliberar, concertar y jerarquizar acciones de transformación. 

El hecho de que el Censo esté tremendamente cuestionado, expresa una ausencia de voluntad política, en un momento donde existe confusión y fuertes conflictos sobre los efectos inmediatos que traen las tensiones entre un nuevo Ajuste Estructural y la decadencia de la economía del gas en Bolivia.

El Instituto Nacional de Estadística (INE) debe explicar en manos de quiénes estuvo el Censo, corregir los errores y presentar resultados fidedignos. Debe prevalecer la “verdad”, pues la tarea pendiente es consolidar la institucionalidad del INE, dotarlo de fuerza programática y construir un ámbito participativo donde la sociedad boliviana esté plenamente consciente de la necesidad de fortalecer las políticas de población en los ámbitos nacional, regional y local. Basta ya de clientelismo y compadrazgo, pues fue desleal con la democracia y técnicamente nocivo, el nombramiento de muchos funcionarios cuestionables, como el responsable censal de La Paz, la sede de gobierno y el ojo de la tormenta para evitar conflictos. El censo no puede ser una fuente de dudas, de lo contrario será el comienzo de un andar en tinieblas y en medio de mentiras que, como sabemos, tienen patas cortas.


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