Esta entrevista la realicé cuando vivía en Santiago de Chile, junio de 2010. En
ese entonces era director del proyecto Agenda Futuro y editor de Praxis
Pública, un podcast para reflexionar sobre los retos políticos, sociales y
culturales de América Latina. Las ideas no pasan de moda y coloco aquí las
reflexiones de Pedro Morandé sobre la cultura. Morandé es doctor en sociología
por la Universidad Erlangen, Nüremberg, Alemania. Tiene una larga trayectoria
académica que llega a 40 años de enseñanza y 15 años como Decano en la Facultad
de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Sus
principales áreas de investigación son la teoría sociológica, la sociología de
la cultura y la sociología de la religión.
Lo que se analiza en la entrevista nos ayuda a vislumbrar las alternativas que tenemos para reformar nuestras instituciones políticas y las diferentes dimensiones de la sociedad en América Latina, siempre nos confronta con la cultura. Es, precisamente, en la cultura donde se condensa todo el pasado, las herencias históricas pero también donde podemos identificar un mundo de posibilidades.
Nuestro continente está presenciando tendencias de cambio importantes como el nuevo liderazgo económico de Brasil, así como una mayor apertura comercial hacia el Asia. Por lo tanto, la actual cultura de la globalización está replanteando viejas temáticas a la luz de nuevas y contemporáneas exigencias, como por ejemplo, el impacto determinante que ejercen los cambios tecnológicos en las potencias industriales como Estados Unidos y Europa. Tales cambios expanden constantemente sus influencias hasta afectar las estructuras productivas de la región y la vida cotidiana de millones de ciudadanos.
¿Estos cambios tecnológicos están haciendo a la cultura más equitativa, o por el contrario, erosionan los patrones históricos tradicionales porque estimulan nuevos conflictos y tendencias hacia el caos, junto a la uniformidad de las actitudes y una especie de americanización en las costumbres?
La discusión queda abierta para estimular una serie de visiones y propuestas de cambio pluralista; sin embargo, uno de los aspectos relevantes parece consistir en la necesidad de revalorizar nuestra cultura hispana, mestiza, indígena y negra como ámbitos de crítica constructiva hacia la globalización de carácter occidental. Las posibilidades de transformación, cambio o reformas, están directamente ligadas a la necesidad de responder con claridad desde nuestros “derechos a ser diferentes”.
Es la heterogeneidad que hará brotar soluciones viables para erradicar la pobreza y fortalecer las democracias en América Latina. La cultura, en consecuencia, abre las puertas para mirar lo más profundo de cada país, reconociendo nuestras limitaciones, alternativas de futuro y, simultáneamente, nuestros modos de ser distintos en el mundo.
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