CREATIVIDAD: ALCANCES Y POSIBLES IMPACTOS POSITIVOS EN LA EDUCACIÓN



Introducción

La creatividad es una discusión fundamental cuando se trata de mirar en profundidad las capacidades de todo ser humano. En los terrenos de las artes y la investigación científica adquiere particular relevancia debido a que sin la creatividad, la innovación y el desarrollo de conocimientos sustentados en el descubrimiento serían imposibles.

La creatividad cobra importancia en varios ámbitos profesionales, justamente por su aplicabilidad en diferentes esferas del conocimiento, favoreciendo el desarrollo de una personalidad emprendedora porque incorpora una mayor fluidez en la habilidad de aprender. Así, el trabajo se hace más productivo y encuentra una gran cantidad de respuestas, soluciones y enfoques flexibles para pensar la realidad.

La creatividad en la educación contribuye de manera substancial porque se opone a la rigidez, a la incapacidad de modificar comportamientos, actitudes o puntos de vista y a la imposibilidad de ofrecer otras alternativas o variar en la ruta y en el método aprendido. Hacer uso de la flexibilidad creativa proporciona la posibilidad de transformar todo tipo de información, lo cual favorece una adaptación rápida en el momento de enfrentar situaciones nuevas.

Este ensayo entiende a la creatividad como un instrumento que permite a cualquier estudiante y profesor, potenciar y desarrollar tolerancia ante la ambigüedad, deseo de enfrentar riesgos, coraje para asumir las ideas propias y fortalecer la confianza en uno mismo.

En la práctica docente, no siempre se consideró que las aportaciones más originales y creativas surjan en climas de seguridad psicológica, o en situaciones en las que se fomenta y valora la exteriorización de ideas personales. Tampoco se ha tomado en cuenta que los sistemas de comunicación entre estudiantes y profesores sean de vital importancia para desarrollar recursos que ayuden al fortalecimiento de la personalidad. Cuanto mayor sea nuestra seguridad psicológica y tengamos una personalidad definida con actitudes flexibles, entonces se favorece mucho más el comportamiento creativo.

El clima creativo en los salones de clase y la práctica de diferentes formas de arte y producción de conocimientos, se expresa en una relación de confianza entre maestros y alumnos, y en una relación grupal, también creativa. Este clima se logra a partir de un conjunto de recursos que los profesores deben ser capaces de extraer de forma sistemática y comprehensiva.

Una de las características de los sistemas de estimulación creativa es la autonomía e independencia de funcionamiento respecto al sistema formal de educación y a la lógica de las actividades de enseñanza tradicionales. La imposición, coacción y manipulación en la educación, o en cualquier ámbito relacionado con la producción de conocimientos, están reñidas con la creatividad. El sometimiento a una autoridad educativa y a modelos de conocimientos preestablecidos, resta iniciativa, movilidad y la búsqueda de alternativas para solucionar problemas. Los sistemas de enseñanza no directivos y cooperativos, ilustran el impulso de rasgos creativos.

No se puede valorar como creativo a un sistema que depende de componentes externos para funcionar; por ejemplo, imitar o estar sujeto al prejuicio de aquellos que prefieren lo viejo conocido. Por esto es importante desarrollar un clima de pertenencia que lleva a implicarse con el propio trabajo, sobre todo para consolidar la confianza en uno mismo y, en consecuencia, mejorar la cultura de convivencia y bienestar social.

El contexto universitario debería evaluar regularmente la creatividad de los estudiantes, por medio de la organización de ferias científicas y culturales para la presentación de diferentes obras independientes. De esta manera se podrá diagnosticar si los contenidos académicos de los planes de estudio y las metodologías de enseñanza, incentivan el pensamiento, las actitudes-aptitudes creativas y si permiten que el estudiante desarrolle una mayor flexibilidad y apertura a nuevas experiencias, a partir del aprendizaje de habilidades de razonamiento utilizando un pensamiento plural y divergente.

Se requiere abrir un debate sobre la importancia estratégica que tiene el hecho de reconocer el valor social de la creatividad, ver a ésta como una garantía de aprendizaje con calidad y desarrollo personal más pleno. En el contexto boliviano, urge un replanteamiento en términos de innovación y cambio social para promover una nueva dinámica de descubrimiento y capacidad para crear obras de arte, científicas y nuevas actitudes abiertas al cultivo de aprendizajes pluralistas. La creatividad es fruto de la interacción sociocultural y sólo llegará a estar madura cuando engendre mejoras sociales y culturales.

La creatividad como problema teórico y educativo

Con la reforma de la educación boliviana iniciada en los primeros años de la década de los noventa y, posteriormente, en el año 2010 con la Ley Avelino Siñani-Elizardo Pérez, se plantearon nuevos contenidos para la educación formal, cuyo objetivo sea vincular la moderna ciudadanía con la competitividad internacional y el desarrollo de acciones que debían considerar a la educación como el fundamento de la nueva economía del conocimiento. Esta economía estaría determinada por cambios vertiginosos vinculados a una revolución tecnológica, a la globalización de los mercados, a los nuevos paradigmas de gestión empresarial, y a la incorporación de las capacidades humanas dentro de la competencia y el progreso técnico.

De esta forma, el nuevo escenario educativo también exigía una reforma profunda en la educación superior, aun cuando se hayan medido escasamente los resultados por parte de docentes y estudiantes, sobre si las reformas educativas son capaces de estimular la creatividad. Las reformas educativas, desde su promulgación como ley en 1994, y la ley Avelino Siñani de 2010, pretendieron mejorar la calidad educativa y transformar el currículum escolar; sin embargo, a pesar de considerar a la educación universitaria como parte de los objetivos de dicha transformación, no se tuvo una mayor incidencia en la renovación de las universidades.

En la educación formal y universitaria se requiere de la innovación constante. Esto demanda el aprovechamiento de las capacidades de los individuos en distintas áreas, razón por la que es vital apostar por los recursos humanos y la investigación. Cuando nos referimos  a “aprovechar los talentos”, se hace hincapié en la importancia de valorar las ideas nuevas que se resisten a la imposición de reglas tradicionales y al compromiso que tienen las personas con una vida de aprendizaje continuo, lo cual requiere un alto nivel de tolerancia al cambio, junto con el desarrollo de habilidades cognoscitivas para mostrar lo no explorado y lo inédito en el hallazgo de soluciones duraderas para varios problemas.

Cultivar una actitud transformadora en la organización de actividades innovadoras, flexibles y motivantes, debería ser el objetivo en el diseño de cualquier plan de estudios. Asimismo, la creatividad es una capacidad que considera la experiencia, colaboración y el involucramiento del estudiante en su autoaprendizaje. En la era de la economía del conocimiento, no es tan relevante la presentación de un título universitario que certifique la conclusión de algún tipo de estudios, sino la habilidad constante para promover soluciones, explicar de forma refrescante la realidad y crear obras de valor en sí mismas que estimulen la innovación. En el ámbito del arte, esto es más trascendental, en la medida en que el artista es un creador por naturaleza, involucrado espiritual y psicológicamente en la producción de una obra que va más allá de cualquier estándar institucionalizado.

El terreno universitario tiene que enfrentar los desafíos de la creatividad para renovarse o fracasar. Si antes educar significaba “transmitir” información, generando estereotipia y conformismo en los estudiantes, hoy en el siglo XXI, la tarea fundamental consiste en incentivar un alto nivel de pensamiento reflexivo y crítico, lo que supone una educación orientada a desarrollar pensadores creativos e innovadores, con la finalidad de apostar por la “mente como capital activo”. Desde un punto de vista psicológico, esto significa un reto para fortificar la autoestima de estudiantes y profesores.

Las reformas a la educación boliviana siempre ha enfrentado una baja tolerancia al cambio, sobre todo porque los maestros no están habituados al desarrollo de una educación de calidad, sino que centran sus objetivos en reivindicaciones salariales y en la acumulación de títulos y certificados de capacitación, sin pensar que la creatividad debería ser el objetivo principal en el sistema educativo.

Parecería que la consigna fuera “queremos cambiar pero sin modificar nada”. Estas opiniones conciben a las personas como receptores pasivos de ideas y donde se considera que se logrará usar mejor el intelecto, a partir del uso de información almacenada y de la lógica, sin prestar importancia a las estructuras afectivas que también deben ser atendidas en las escuelas y universidades. Por ejemplo, conseguir que los estudiantes desarrollen una mayor flexibilidad que les permita reorganizar y redefinir distintas estrategias y alternativas a la hora de adaptarse a un mundo en constante cambio.

El estudiante del siglo XXI tiene que gozar de mayor independencia y autodeterminación, precisamente para desarrollar la capacidad de actuar, sobre la base de objetivos y proyectos propios. El amor a lo que uno hace como producto creativo, se convierte en la semilla de la constante indagación y la búsqueda de optimizaciones. El proceso de transformación en la educación formal y universitaria ha dejado de lado, al menos en la práctica, factores importantes para concebir un cambio verdadero.

Muchas veces se niega el pensamiento innovador porque no se estimulan las ideas provocadoras. La creatividad es un impulso subjetivo que rompe los esquemas y barreras anticuadas para ir más allá de los paradigmas establecidos como la autoridad de saberes y estándares estereotipados. La creatividad cultiva la desobediencia epistémica, la actitud no conformista y la insubordinación de un tipo de personalidad que es capaz de mostrar algo que otros tienen miedo de hacer o presentar. Este es el nuevo pensamiento que se convierte en un referente y orgullo de quien persigue la creatividad como lógica de vida.

La personalidad creativa hace referencia a una serie de atributos como la voluntad de vencer riesgos y coraje para asumir las ideas propias. Las personas con baja autoestima, (esto se puede percibir muy frecuentemente en varios estudiantes) requieren de nuevas habilidades de razonamiento que les permita modificar puntos de vista para reorganizar su comportamiento, en función de la búsqueda de la autorrealización.

Si antes de las reformas educativas se consideraba importante al maestro en su condición de transmisor de conocimientos, ahora se enfatiza en la construcción del conocimiento de parte de los alumnos, a partir de la reflexión individual y el permanente debate colectivo. La educación estaría orientada hacia la resolución de problemas, como fuente de nuevas experiencias y aprendizajes para la adquisición de habilidades y destrezas. Ahora bien, cabe preguntarse: ¿aún es posible observar estructuras rígidas de razonamiento y transmisión de verdades absolutas en el proceso de enseñanza-aprendizaje? ¿Cómo se percibe a los estudiantes de la universidad y las escuelas: como reservorios pasivos de información o como potenciales creadores? ¿Retroalimentarán las estructuras rígidas de educación con actitudes conformistas (la ley del menor esfuerzo), inmediatistas (lo importante son las buenas calificaciones, o peor aún, aprobar la materia como sea), y memorísticas (es mejor copiar que redactar un texto usando el pensamiento crítico y reflexivo)? La clave es lograr una actitud para forjar un pensamiento propio, no copiar y llevar adelante la creatividad como actitud positiva ante la vida.

En muchos casos, la rigidez por el cumplimiento de contenidos académicos en un tiempo estipulado y según objetivos preestablecidos, obstaculiza una atmósfera de libertad donde se estimulen las realizaciones individuales y se promueva la confianza de las personas en el desarrollo de sus propias potencialidades.

Principales obstáculos para la creatividad

En la educación superior boliviana se puede observar que los elementos esenciales del sistema no favorecen la creatividad, debido a los siguientes factores:
• Los contenidos programáticos y actividades están principalmente dirigidos a la apropiación de conocimientos y estrategias de acción cognitivas, y no al desarrollo de recursos para fortalecer la personalidad y el comportamiento creativo.
• El carácter reproductivo de las actividades que se le pide realizar al estudiante, frena la estructuración de la enseñanza en forma de métodos de descubrimiento y solución alternativa de problemas.
• No existe una relación creativa docente-alumno que se caracterice por un clima emocionalmente positivo y motivante.

En la mayoría de los casos se estimula solamente los resultados obtenidos en el proceso de apropiación de conocimientos y no se valora los logros que el alumno va alcanzando en el desarrollo de sus intereses y motivaciones propias. En la universidad existen miedos respecto al ejercicio de la creatividad. Sobresale el temor al ridículo y las burlas porque el estudiante prefiere huir de posiciones nuevas que, por su originalidad o rareza, pueden provocar risa en los demás. Para evitar el menosprecio, algunos estudiantes optan por seguir los caminos trillados, aun cuando se pudiera escoger nuevos rumbos.

Tampoco se tolera la incertidumbre. Las acciones para llevar a cabo ideas con altas dosis de originalidad y creación, tienen un alto contenido de incertidumbre. De aquí que el miedo a lo desconocido, o no tolerar la ansiedad que genera el camino incierto de la creatividad, desemboca en el desánimo, terminando por aplacar los impulsos de las nuevas ideas. El hecho de crear, siempre implica un salto al vacío. En general, podemos observar estudiantes conformistas que prefieren tomar el camino más cómodo, lo cual impide desarrollar una capacidad flexible para aceptar el conflicto entre lo conocido y lo desconocido.

El temor a cometer errores o fracasar, es otro freno psicológico para el estudiante que prefiere abandonar una tarea comenzada o no alcanzar una meta previamente trazada, así como cumplir con las expectativas de los otros, en lugar de fortalecer la seguridad en sí mismo. Se acepta sin cuestionar lo que el docente o profesor transmite como información. A esto se suma la falta de estimulación, que a menudo encontramos en contextos educativos mediocres que limitan importantes iniciativas de creatividad. El autoritarismo y la ignorancia de muchos docentes, son un impedimento que ocasiona la intolerancia al potencial desconocido de lo creativo. Se abusa del pensamiento dicotómico, es decir, la tendencia a dividirlo todo en grupos que se excluyen mutuamente: bueno/malo, correcto/incorrecto.

La baja autoestima es otro bloqueador de la creatividad. Esto se refiere al juicio valorativo de carácter negativo que realiza el individuo acerca de sí mismo. Las personas con baja creatividad se perciben como sujetos dependientes, toman muy en cuenta los juicios ajenos como si fueran una sentencia sobre sus vidas y, por lo tanto, sufren en exceso debido a las valoraciones negativas sobre su labor. Al no estar seguros de sus méritos, acaban por matar cualquier pensamiento original, desapareciendo la creatividad para seguir la imitación y el trabajo repetitivo que anula la posibilidad de hacer algo relevante.

Las presiones sociales también influyen negativamente sobre el desarrollo de la creatividad, cuando tienen la finalidad de fomentar la conducta conformista. La rutina se convierte en el patrón de todo y el sarcasmo junto con la mediocridad, arruinan culturalmente la creatividad que, por antonomasia, es rebelde.

Las mentes creativas tienen que rebelarse porque son quienes hacen emocionante la vida de las instituciones educativas; sin embargo, en la mayoría de los casos, el estudiante se convierte en un receptor poco cuestionador de la información y de su entorno. En estos casos, el estudiante está de acuerdo con la opinión colectiva y en desacuerdo con sus convicciones personales.

De cualquier manera, en el siglo XXI, hace falta algo más que memorizar datos, fórmulas, fechas, etc. Hacen falta intuición, valentía, correr riesgos y fuerza para analizar los problemas convencionales aplicando soluciones nuevas. En consecuencia, la creatividad es un proceso intelectual mediante el cual es posible desarrollar ideas originales que tienen valor, aun cuando se vaya en contra de los conocimientos tradicionales que reinan en la sociedad o en las instituciones educativas.

La universidad boliviana dejó de lado la estructuración de programas de estudio que movilicen diversos recursos psicológicos relacionados con el comportamiento creativo, como ser elementos afectivos y motivacionales orientados a liberar al estudiante de lo que pueden ser bloqueos para la creatividad. No se incorpora como factores importantes en los talleres de trabajo o esfuerzos de investigación la importancia de lo interactivo, lo emocional y la capacidad de comunicación. Por lo tanto, disminuyen las capacidades del estudiante para su expresión individual, así como para el manejo de estrategias y recursos cognitivos más ambiciosos.

Si bien el perfeccionamiento de los métodos de enseñanza contribuye a activar el proceso de aprendizaje, no resulta suficiente para lo que se considera esencial, tomando en cuenta los fines del desarrollo de la creatividad. Esto se debe a que no se logró involucrar realmente al alumno en su propio proceso de aprendizaje; es decir que el estudiante se convierta en un sujeto protagonista con la posibilidad de producir el conocimiento o generar obras de manera personalizada, activa y creativa.

Todo este debate lleva a concluir que los sistemas de aprendizaje y evaluación del sistema universitario, en gran medida adquieren formas tradicionalistas y están sujetos a posturas pasivas y despersonalizadas. Es muy difícil percibir a los estudiantes como personas distintas, con diferentes niveles de desarrollo motivacional e intelectual, de manera que la universidad solamente se dedica a reproducir conocimientos globales, poco actualizados y sin un valor central para la vida real que vendrá posteriormente, lo cual refuerza, finalmente, conductas mediocres y carentes de la capacidad para enfrentar problemas desafiantes en diferentes ámbitos.

La mediocridad de la sociedad se reproduce en un conjunto de instituciones educativas rígidas y nada creativas. A la inversa, en el mercado laboral también hay poca demanda de excelencia y mucha demanda de mediocridad, exigiéndose poco a las universidades para que produzcan obras y saberes verdaderamente originales que sean valorados dentro y fuera de Bolivia. En este contexto, la ciencia y el arte como creatividad vital son imposibles de ser impulsados.

Conclusiones

La estimulación creativa en el contexto universitario y escolar boliviano, no prioriza el pensamiento innovador, el cual facilita un proceso de transformación personal. Una buena parte de los estudiantes se sienten poco estimulados para emprender retos que mejoren su formación y también se encuentran desalentados con el tipo de conocimientos generales que son enseñados en aulas donde no existe una dinámica de colaboración para compensar las deficiencias. Sin embargo, tampoco existe una voluntad de cambio que sea demandada por los estudiantes, debido a que aprovechan los obstáculos institucionales para practicar el “mínimo esfuerzo” y aprobar las materias a como dé lugar, sin preocuparse por los vacíos y falencias estructurales en su educación.

En las Carreras de Artes se observan algunos patrones positivos como la posibilidad de incentivar la originalidad, fantasía y expansión figurativa en diferentes prácticas artísticas pero estas características no son las más fuertes. Si la creatividad es aquella capacidad de tener ideas propias y la capacidad para comunicarlas, las formas de comunicación son muy importantes porque forman parte de un proceso que se denomina elaboración sistemática vinculada con la calidad. Las relaciones entre docentes y estudiantes son distantes, esporádicas y sin una comunicación eficaz, de manera que cada quien se convierte en un mundo desconocido, indiferente y extraño.

En la medida en que la creatividad viene aparejada de las ideas, debe incentivarse el pensamiento complejo como una de las prioridades en los planes de estudio y en la planificación de las acciones pedagógicas estratégicas. Por otro lado, la originalidad implica la producción de respuestas ingeniosas a situaciones específicas, mientras que la innovación es el signo con el que se manifiesta una creatividad solvente. Esta exigencia, tendría que cultivarse con mayor determinación en el conjunto del sistema educativo.

Comprendiendo la importancia de la creatividad en los últimos veinte años, se puede afirmar que en la “segunda ola o revolución industrial” y tecnológica, en términos de Alvin Toffler, los trabajadores eran considerados un gasto oneroso y se consideraba a las maquinarias como el patrimonio principal. En la llamada “tercera ola de revolución” con la informática y las telecomunicaciones, los recursos humanos llegan a ser el patrimonio fundamental, mientras que las máquinas se convierten en un gasto excesivo. Por lo tanto, una empresa, institución educativa y un país que posea talentos con inventiva y capacidad creadora, progresará a un ritmo mayor. Las personas creativas son un bien social muy valioso.

En la educación creativa hay pocos comportamientos predecibles, de manera que la incertidumbre y la indeterminación serían las cualidades diferenciales del hecho educativo. Por lo tanto, será importante estimular el pensamiento flexible, la tolerancia a la ambigüedad y la sensibilidad como indicadores actitudinales de la creatividad.


El potencial creativo se construye gracias a la interacción con el medio ambiente externo y gracias al aporte de los maestros que impulsan la originalidad de los estudiantes, modificando el entorno socio-cultural e institucional. Un logro positivo podría alcanzarse, organizando actividades que estimulen la creatividad, ya que ésta, en el fondo, no se enseña ni se aprende en un sentido estricto, sino que se labra y desarrolla con estímulos sociales y seguridad psicológica interior. Cualquier sistema de educación creativo deberá estar abierto a lo nuevo, además de ser independiente en su funcionamiento, contrarrestando las presiones externas de carácter conservador y convencional.




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