LA CRISIS DE LA SOCIOLOGÍA EN BOLIVIA: OPORTUNIDAD O RIESGO DE CAER EN EL DESUSO


Introducción

La fundación de una nueva Carrera de Sociología motiva esperanzas, ilusiones y muchas incertidumbres, tanto para imaginar una institución de alto prestigio, como para viabilizar una serie de planes destinados a llevar adelante una educación de alta calidad, junto con la posibilidad de reunir a profesores y alumnos en un escenario de mutua confianza. Este reto es mucho más intenso en la Universidad Católica Boliviana “San Pablo” (UCB), debido a su orientación preferentemente financiera; sin embargo, una Carrera de Sociología, a pesar de no ofrecer una alta rentabilidad, podría convertirse en un patrimonio para la formación de élites políticas y culturales de alto nivel, en el caso de que sea posible que la UCB asuma esta gran responsabilidad.

Este ensayo tiene el objetivo de abrir el debate y reflexionar de manera general sobre la probable apertura de una Carrera de Sociología en la UCB, encomendado en el año 2014 por el entonces Vice-rector Erick Roth. En consecuencia, se plantean tres objetivos:

Primero, evaluar el estado de situación actual de las Carreras de Sociología existentes en la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) –que constituye la institución más antigua porque dicha carrera existe desde 1969– y en la Universidad Pública de El Alto (UPEA), la más reciente desde su fundación en el año 2004. El análisis institucional y académico permitirá meditar sobre cuáles son los problemas más importantes que deberían ser superados por la Universidad Católica.

Segundo, identificar cuáles son las principales ventajas que permitirán a la nueva Carrera de Sociología marcar la diferencia e iniciar un proceso académico, considerando el establecimiento de altos estándares de calidad.

Tercero, reflexionar sobre el papel y relevancia actuales del oficio del sociólogo en Bolivia, lo cual no solamente refuerza la necesidad de inaugurar una nueva Carrera en la UCB, sino que también obliga a pensar con realismo los énfasis que podrían explotarse a lo largo de la formación de futuros profesionales.

Evaluación de las Carreras de Sociología de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) y la Universidad Pública de El Alto (UPEA)

La formación académica del sociólogo (a) profesional en la UMSA y la UPEA tiene importantes diferencias pero también múltiples similitudes, porque ambas se nutren de la misma matriz ideológica y de las influencias provenientes de los profesores que enseñan en ambas universidades. Al mismo tiempo, ambas Carreras están profundamente afectadas por la mala de calidad académica, la falta de responsabilidad hacia los desafíos de la sociedad boliviana y una mínima eficiencia en materia de investigación científica.

La UMSA comenzó a formar sociólogos desde la década de los años setenta, siendo intensamente marcada por las visiones sobre el socialismo, la revolución armada y un fuerte peso del pensamiento marxista en la estructura curricular, el cual se extendió hasta la década de los años noventa cuando desapareció el Muro de Berlín y la ex Unión Soviética; sin embargo, las experiencias y testimonios que se recogieron para este documento, muestran que los primeros sociólogos de la UMSA recuerdan con intensidad la gran politización de la carrera durante las acciones de resistencia a los gobiernos dictatoriales de Hugo Banzer (1971-1978), Alberto Natusch (1979) y Luis García Meza (1980-1981), lo cual dio lugar a dos maneras de entender y materializar la formación sociológica:

a) Se consideraba que los sociólogos (as) eran aquellos “profesionales especialistas en la generación de ideas” que debían iniciar diferentes procesos de transformación socio-política en la realidad boliviana. Esta era una ambición inefectiva y demasiado soberbia, sobre todo si se tomaba en cuenta que la gran mayoría de los estudiantes y docentes entre 1969 y 1990 pertenecían a las clases medias, con fuertes ambiciones individualistas y personales, sin tener una visión plural y con respeto por la calidad académica.

b) Por lo tanto, destacaba una concepción más militante, donde el peso teórico y las capacidades de investigación científica fueron reemplazados por una orientación más ideológica y por el activismo político que los sociólogos estaban realizando, tanto en el terreno de los partidos políticos como en algunas organizaciones de la sociedad civil. Sin embargo, la Sociología boliviana en sí misma era una práctica más retórica y poco eficiente para abrir un mercado de trabajo, o para mostrar verdaderamente cuáles podían ser los aportes de un sociólogo profesional frente a la modernidad, las instituciones de la democracia, los problemas del desarrollo y la estructura social que en Bolivia está fuertemente fragmentada y con tendencias a los conflictos destructivos.

Precisamente, la mayor parte de las discusiones sobre la estructura social, la dinámica de las clases sociales, sus luchas, los dilemas complicados para el desarrollo de un país marcado por profundas desigualdades, las contradicciones de la cultura mestiza, los movimientos indígenas, o la emergencia inicial del sistema democrático a partir del año 1982, fueron asumidas por la Carrera de Sociología de la UMSA, a partir de enfoques teóricos ligados únicamente con el marxismo o lo que entonces se denominaba, la aplicación de una metodología dialéctica marxista para identificar las condiciones de ruptura que podían aparecer en la formación económico social boliviana. Este enfoque marxista resultó inútil, académica y profesionalmente, pero altamente efectivo para el teatro ideológico de izquierda que “debía definir” a un sociólogo progresista.

Durante un largo periodo, la educación de los sociólogos estuvo vinculada al debate sobre la relevancia y aplicación del marxismo para el análisis de la sociedad boliviana. Desde esta perspectiva, el pensador marxista más tomado en cuenta en la Carrera de Sociología fue René Zavaleta Mercado, cuyas concepciones sobre la sociedad abigarrada en Bolivia, llevaron a discutir metodologías y perspectivas que alternaban las interpretaciones tradicionales o dogmáticas del marxismo, con aquellas versiones que intentaban criticar el mismo pensamiento marxista para estudiar la compleja dinámica étnica y los primeros problemas de la democracia en el país.


A lo largo del tiempo, fue evidente que la aplicación de un solo perfil teórico como el marxismo y las posiciones ideológicas de transformación o revolución, resultaron insuficientes para abrir espacios productivos en el mercado de trabajo del sociólogo. Las utopías políticas chocaban con otro tipo de exigencias del entorno laboral, más concentradas en la investigación-acción para abordar aspectos concretos de la situación de salud, educación, desarrollo productivo y una serie de políticas sociales que empezaban a resaltar con motivo del trabajo desempeñado por las Organizaciones No Gubernamentales (ONG), cuya labor respondía a orientaciones más técnicas para la formulación y evaluación de proyectos, así como para diagnosticar de manera rápida diversas situaciones socio-económicas. Esto demandaba que los sociólogos utilicen capacidades analíticas inmediatas, antes que la toma de posiciones ideológicas con escaso impacto verdaderamente práctico.

Una renovación importante de la estructura académica y curricular en Sociología de la UMSA, tuvo lugar en el año 1987 cuando se reformó la carrera por áreas teóricas para dar paso a una formación más multidisciplinaria. Se tomaron en cuenta un conjunto de teorías sociológicas sistemáticas, sociologías comparadas, antropologías, áreas de historia y seminarios especializados en sociología urbano-industrial, sociología rural, sociología política y teoría de la ideología. Sin embargo, el perfil profesional del sociólogo aún mantuvo una connotación política, concentrándose en la oferta de un investigador (a) capaz de transformar la realidad nacional. El sociólogo transformador fue la nueva identidad, aunque con una tendencia a la producción de conocimientos por medio de la investigación que substituyó al viejo perfil más militante y revolucionario.

A lo largo de los años noventa, la Carrera de Sociología de la UMSA atravesó por un periodo de alta incertidumbre y decaimiento en la calidad académica, lo cual afectó su futuro y la posibilidad real para aportar a la sociedad porque no se podía considerar de manera automática el hecho de transformar la realidad social, política, económica y cultural, a partir de formulaciones estrictamente ideológicas, ni tampoco fortalecer las capacidades prácticas de los sociólogos (as), exclusivamente con posiciones teóricas que sólo tenían relevancia dentro de las aulas universitarias. La Sociología boliviana, una vez más, se vio arrinconada en la inacción y en la incapacidad de participar dentro de los grandes debates de la sociedad boliviana como la democratización y los retos sobre cómo superar las desigualdades, en medio de la globalización liberal de los mercados internacionales.

Esta situación hizo que el perfil profesional del sociólogo (a) investigador (a) y transformador se quedará a medio camino, dentro de un mercado laboral caracterizado por la flexibilización y el surgimiento del consultor (a) profesional más versátil. En el escenario de las consultorías, eran otro tipo de profesionales del área de las ciencias sociales como los economistas, trabajadores sociales, antropólogos y politólogos quienes se disputaban espacios de trabajo, desplazando y desempeñando en muchas ocasiones las funciones de un sociólogo.

Estos problemas se mantienen hasta el día de hoy (2019) y es por eso que deben establecerse claramente cuáles son las principales ventajas comparativas de los sociólogos, tanto para la investigación como para la conquista de un sitial de liderazgo profesional en las Ciencias Sociales, a partir de sus capacidades críticas, si se entiende a la Sociología como aquella ciencia que es capaz de proveer un conocimiento global, crítico y comprehensivo de la realidad social, por encima de las otras Ciencias Sociales.

En el caso de la Universidad Pública de El Alto (UPEA), existe similar tendencia porque la mayoría de sus profesores fueron formados en la UMSA y aprovecharon la instauración de una Carrera de Sociología en otra ciudad para ratificar la necesidad de combinar la educación teórico-metodológica, junto con la posibilidad de influir políticamente en las estructuras sociales. Esto también tuvo un alto costo en cuanto a la calidad, pues la UPEA fue y sigue siendo una universidad fundada alrededor de presiones sociales, muy alejadas de la investigación científica y muy cercanas a la toma irracional de dinero, recursos y oportunidades para arrancar un título a como dé lugar, incluso a costa de tener vacíos profesionales y serias deficiencias en cuanto a ética profesional. La UPEA se caracteriza por tener un plantel docente de baja calificación, con total inestabilidad laboral y que fácilmente se rinde ante la fuerza estudiantil para pasar de curso sin mérito alguno.

Una de las principales diferencias con la UMSA, radica en que la UPEA tiene un enorme peso del pensamiento indianista e indigenista, además del regreso de la doctrina marxista como uno de los principales ejes teóricos, mezclada con la necesidad de fortalecer a los movimientos sociales indígenas en Bolivia. El marxismo contemporáneo de la UPEA está en contra-ruta de los grandes debates teóricos de los años ochenta y los actuales del siglo XXI, y se ha convertido en una letanía hueca que se mezcla, de manera forzada, con posiciones indianistas, ideologías sobre la descolonización de la cultura y el resentimiento racial de estudiantes y profesores de origen aymara que consideran que el color de su piel, su lengua ancestral y sus costumbres son, de hecho, el prestigio y la mejor credencial para obtener un título como sea necesario.

Uno de los autores de mayor influencia en la UPEA es el pensador indianista Fausto Reinaga (junto con otros acólitos), que comienza una labor importante dentro del pensamiento social boliviano con una temática relacionada con la sociología del indio, la crítica política de la cultura y el ejercicio de la revolución política a través de un partido indio. Esta influencia está apuntalada en tres elementos: el primero es la noción de indianismo que, supuestamente, rescata el sentir y pensar del indio boliviano que en el caso de la UPEA, representa la oportunidad política para dominar en una ciudad construida alrededor de los migrantes indígenas que ahora buscan reivindicaciones profesionales, económicas y de dominación. Esto representaría un esfuerzo por entender y desarrollar la naturaleza del hombre andino aymara y quechua, que constituye una “fuerza natural” que siempre habría estado amenazada por el cholaje o el mestizaje occidentalizado, y habría dejado una huella indeleble a través de siglos de exclusión de los indios, sus descendientes y los migrantes que fundaron la ciudad de El Alto.

La doctrina indianista sería una de las raíces más importantes para comprender los problemas de la nación boliviana, donde los indios aymaras y quechuas serían los verdaderos depositarios de la energía nacional, siguiendo algunas reflexiones planteadas por Franz Tamayo en los años veinte. Sin embargo, el indianismo de la UPEA es más sentimental, culturalista y quiliástico, en el sentido de la defensa de un regreso milenarista del Kollasuyo o la revuelta de los indios en contra de Occidente, después de la colonización y la neo-colonización.

A este respecto, la formación sociológica en la UPEA presenta varios sesgos ideológicos y vacíos profesionales de la Sociología como un ejercicio valedero en la sociedad y en diferentes ámbitos de la cultural. Estos vacíos se emparentan con la ciudad de El Alto, a la cual consideran el lugar primordial de la resistencia al modelo neoliberal de la economía de mercado y la principal fuerza en el derrocamiento del gobierno del ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada (2002-2003), junto con la defensa de los recursos naturales como el gas natural.

En consecuencia, la Carrera de Sociología está atravesada por ideas políticas que privilegian a la Bolivia India donde el hombre aymara o quechua tiende a ser comprendido desde el punto de vista estrictamente racial, y en cierta medida despedazado, amputado de sí mismo, es decir, alienado. Por lo tanto, el oficio político de la sociología tendería a unificar al indio contemporáneo para completarlo y totalizarlo, retornando a una identidad militante para los sociólogos, con el objetivo de revolucionar la sociedad boliviana y conquistar lo que ahora “les pertenece” como indios dueños de la ciudad de El Alto y con derechos plenos para el ejercicio de un nuevo tipo de dominación, por encima de los blancos, criollos occidentales y mestizos de las clases medias de la ciudad de La Paz, por ejemplo.

Este tipo de politización no debería constituir una novedad en la formación sociológica por las tendencias más ideológicas y retóricas políticas que siempre han estado presentes en la Sociología boliviana, pero es importante afirmar que sí tiene grandes dificultades prácticas porque la compleja realidad social, política y cultural de Bolivia, desbarata los ribetes más dogmáticos de la ideología indianista e indigenista, perjudicando a los estudiantes en su necesidad de contar con conocimientos y competencias más amplios, en función de un ejercicio profesional competitivo y dotado de una mayor apertura teórico-ideológica y de utilidad relevante para ampliar el mercado laboral para los sociólogos.

El segundo eje de influencia en la UPEA tiende a sugerir que el indio y lo indígena, sería un tipo de hombre y toda una cultura de carácter superior, que siempre lo fue y en el siglo XXI Bolivia estaría frente a la revelación de los indios como energía de salvación frente al capitalismo. De esta manera, lo indígena originario no tendría por qué integrarse en otro hombre u otra cultura como la Occidental, no tiene por qué asimilarse a nadie, no tiene por qué enajenarse, no tiene que alienarse. El mundo indígena tiene que ser él mismo: indio. De aquí podemos deducir que la Sociología como ciencia y profesión en El Alto, tendría la misión de convertir a los indígenas en personas dominantes del juego cultural, económico y político, intentando mostrar el verdadero ser del mundo pluricultural y no ser en una teoría esclava de las ideologías del mundo occidental. En la UPEA reina un espíritu antioccidental y anti-imperialista que si bien puede manifestar argumentos razonables, al mismo tiempo nubla un análisis más tolerante de los problemas actuales, marcados por la globalización contemporánea y el auge de la modernidad occidental que, en la práctica, todas las clases sociales y culturas anhelan y practican. De hecho la “Feria comercial 16 de julio” de El alto es el mercado abierto, informal y de contrabando más grande, llamativo y siempre disponible para el consumo masivo.

El tercer eje de formación también está relacionado con los escenarios políticos porque el oficio del sociólogo (a) tendría que terminar con la servidumbre y el pongueaje político que sería la otra cara hipócrita de las élites blancas en Bolivia, pues los indígenas habrían sido engañados múltiples veces, subordinándose a los partidos mestizos, en lugar de luchar por su independencia étnica, cultural, ideológica, social, política y económica. Estos sesgos ideológicos, si bien son relevantes para el debate político nacional, muestran muchas debilidades al no tomar en cuenta otras expectativas laborales que los estudiantes no politizados buscan en la UPEA.

Tomando en cuenta, inclusive, todo este potencial de pensamiento crítico que representa el indianismo, no existe seriedad en la investigación científica como para comprender y contrarrestar con eficacia profesional, los grandes dilemas como la desigualdad en los ingresos, oportunidades y la necesidad de mejorar las instituciones sociales y estatales para tener transformaciones societales plenamente viables.

En consecuencia, las Carreras de Sociología de la UMSA y la UPEA arrastran problemas fundamentales de manera similar, entre los cuales destacan los siguientes:

Primero: la selección de docentes de calidad es limitada y deficiente. No existe una apertura para la incorporación de profesionales aptos en el área de la sociología que puedan enseñar y transmitir sus experiencias prácticas en las aulas, así como abrir debates constructivos para diferentes agendas de investigación en los posibles espacios laborales donde los sociólogos se insertan.

Segundo: los procesos de admisión son incorrectos. Los estudiantes no están plenamente preparados para asumir las futuras responsabilidades académicas en el área de la sociología, debido a que la gran mayoría ingresa a las carreras de manera improvisada y con el objetivo de lograr un título sin tener que hacer “mucho trámite”, y sin la correspondiente vocación específica para fomentar un desempeño de mayor calidad en el campo laboral. Casi el cien por ciento de los estudiantes y docentes tiene problemas con el lenguaje español hablado y escrito. De hecho, este es un problema estructural, de manera que ni docentes, ni estudiantes estarían en la capacidad como para publicar artículos científicos y de relevancia académica en revistas de renombre internacional para la Sociología.

Tercero: los planes académicos no están actualizados y tampoco responden a las demandas efectivas de la realidad laboral, sea en La Paz o en el resto del país. Además, hay evidencias donde resalta que los sesgos en la formación teórica e ideológica, restringen enormemente las posibilidades de otorgar a los estudiantes una educación más universalista, tolerante y abierta a las exigencias actuales. No existe, ni en La Paz, ni en El Alto, la posibilidad de estudiar Sociología Forense y del Crimen, Sociología del Derecho y de las Instituciones, ámbitos tan necesarios debido a la crisis que tiene el Poder Judicial y la administración de justicia en Bolivia. Nada se puede hacer con la Sociología del Medio Ambiente y los Problemas del Cambio Climático, y entre los años 2006 y 2019, ni la Carrera de Sociología de la UMSA o la UPEA pudieron abrir una Maestría, por lo menos en Sociología general. Actualmente, no hay la posibilidad de que los estudiantes se beneficien con cursos de postgrado serios y con la actualización de debates y enfoques metodológicos. De hecho, si alguien por casualidad pregunta ¿a qué se dedica un sociólogo? Ni docentes ni estudiantes podrían dar una respuesta contundente, clara y precisa. Asimismo, la gran mayoría de los profesionales de Bolivia no saben ni entienden para qué sirve un sociólogo o la Sociología, ni cómo beneficiaría este saber o profesión.

Cuarto: existe una desorientación sobre cuál es el verdadero oficio del sociólogo en Bolivia, lo cual dificulta una formación integral para los estudiantes, así como una relación más complementaria y de mutuo diálogo entre los profesores sociólogos y las demandas que provienen de la realidad boliviana donde se espera, probablemente, la identificación de soluciones específicas desde la Sociología como ciencia.

Quinto: el alcance en la formación del sociólogo profesional es muy restringido puesto que se oferta una educación demasiado general, la cual no tiene un impacto real ni tampoco está a la altura de las problemáticas del siglo XXI. No existen áreas de especialización en diferentes campos de la sociología, ni tampoco se estimula la formación de los profesionales ya titulados a través de postgrados, debido a la inexistencia de diplomados, maestrías o doctorados en Sociología, pues lo único que hay es la licenciatura con un enfoque demasiado genérico.

Sexto: hay una tendencia en la presentación de tesis que está dirigida hacia un enfoque metodológico de carácter antropológico y etnográfico, debido a la ausencia de sociólogos que puedan realizar investigaciones sociales demandadas por el mercado laboral, las cuales requieren un enfoque más analítico y de producción teórica. Esto hace que los futuros sociólogos no puedan adaptarse a un entorno laboral exigente y de alta especialización en áreas como la Sociología de las organizaciones, de la cultura, de la religión, del trabajo, del comportamiento y la acción social, del derecho, la Sociología criminal, la gestión y gerencia sociales, y las políticas sociales entre otras, en comparación con las ventajas que ofrecen universidades extranjeras donde el oficio del sociólogo (a) se encuentra mejor posicionado y es más competitivo.

Hoy en día, la formación sociológica en la UMSA y la UPEA está caracterizada por un enfoque multidisciplinario pero sin una estructura adecuada que sea apta para comprender los problemas sociales más importantes del país. El perfil profesional que se ofrece es el de investigador social productor de conocimientos; sin embargo, la gran mayoría de los estudiantes de cuarto año tienen serios problemas para presentar sus proyectos de tesis.

Entre los problemas académicos estructurales destaca la mala formación teórica de los cursos básicos. En general, las Carreras de Sociología de la UMSA y UPEA consideran que los estudiantes deben cursar por tres años, como mínimo, un conjunto de teorías sociológicas denominadas sistemáticas y comparadas aunque sin existir una clara diferencia sobre cuáles son las “competencias” que van a ganar en sus estudios.

Se asume que las sociologías sistemáticas incorporan el estudio de los conceptos principales y las escuelas de mayor influencia en la formación del pensamiento y análisis sociológico; mientras que las sociologías comparadas tendrían que concentrarse en el pensamiento de los autores más polémicos y decisivos en la ciencia sociológica. En la realidad, la formación no muestra ninguna conexión entre escuelas, conceptos y pensadores, de tal manera que los estudiantes están expuestos a una confusión sobre el oficio del sociólogo, su vocación intelectual y, finalmente, todos se orientan hacia una repetición ecléctica que dificulta mucho una educación de buena calidad y con la capacidad para una investigación metódica de los principales problemas sociológicos en Bolivia.

Por otra parte, los estudiantes con la proyección de ingresar a una carrera universitaria, lo hacen desconociendo la lógica que demanda un área como la Sociología, donde uno de los principales requerimientos es el trabajo académico e intelectual. Evidentemente, esto se debe a la ausencia de un serio compromiso que debe presentar un futuro aspirante a sociólogo, ligado al hecho de que el sistema educativo actual no los prepara para enfrentar una realidad cognoscitiva más rigurosa, mostrando otro obstáculo: a los estudiantes no les gusta leer. Este problema dificulta la posibilidad de tener acceso a una buena formación.

En Bolivia, la identidad profesional de los sociólogos está muy relacionada con el mundo académico y el asesoramiento en políticas sociales o de intervención en los procesos de desarrollo. Sin embargo, la formación en la UMSA y UPEA carece de un análisis más detenido sobre cómo impactar en la realidad laboral en forma contundente. Por ejemplo, ambas universidades son poco capaces de enfrentar la influencia en los siguientes ámbitos de trabajo:

a) Docencia e investigación académica en el conjunto del sistema universitario público y privado, tomando en cuenta inclusive la formación en los colegios secundarios también de los ámbitos público y privado. Actualmente, lo que resalta es la participación de los sociólogos en diferentes centros de investigación relacionados con Organizaciones No Gubernamentales (ONG) y fundaciones para el desarrollo.

b) La realización de investigaciones, estudios de caso y diagnósticos institucionales en distintos aspectos de la realidad social boliviana. Hoy en día, la complejidad del mundo laboral requiere que la capacidad analítica del sociólogo pueda manejar varios instrumentos para el diseño de políticas públicas y programas de gestión en un conjunto de organismos públicos, privados e internacionales.

c) El desarrollo de actividades de planificación, programación, gestión y/o evaluación en proyectos de carácter político y programas sociales como en las áreas de salud, empleo, vivienda, lucha contra la pobreza, manejo de diversas situaciones de conflicto, tanto para el fortalecimiento de las instituciones estatales, así como para el asesoramiento de múltiples entidades en la sociedad civil.

d) La investigación de mercado, los sondeos y análisis de la opinión pública, donde el oficio del sociólogo tiene un ámbito bastante flexible en los procesos de campañas electorales y en diversas encuestas de opinión política que hoy caracterizan a los sistemas democráticos.

e) En el terreno de los recursos humanos, la sociología aporta en el diagnóstico, planificación, selección de personal, capacitación profesional y planes de reconversión o reinserción laboral. De cualquier manera, son los psicólogos que tienden a monopolizar este ámbito de trabajo, precisamente por la ausencia de sociólogos bien capacitados para disputar con sus habilidades todo lo que significa la selección de capital humano en las instituciones públicas y privadas.

Los principales problemas de calidad en la formación sociológica y en la institucionalidad universitaria

Las Carreras de Sociología de la UMSA y la UPEA arrastran notorias falencias en cuanto a la transmisión de habilidades en los estudiantes para leer y escribir correctamente, escuchar y dialogar con grupos e individuos. Asimismo, la actual formación no muestra interés y pasión por el estudio de los fenómenos sociales, puesto que la estructura curricular tampoco apunta al objetivo de desentrañar las causas de los fenómenos sociológicos y no se plantea la imaginación de posibles soluciones a los problemas más candentes del país. El eje de transmisión de información se centra en la repetición de teorías generadas en el extranjero, de manera incompleta y con un fuerte tono acrítico pues están ausentes las investigaciones innovadoras y de actualidad.

El sociólogo de hoy en Bolivia debería estar dispuesto a dedicar mucho tiempo a la lectura y al desarrollo constante de sus capacidades para comunicarse por escrito, a través de la publicación de artículos científicos y trabajos académicos; sin embargo, ni los profesores, ni los alumnos cultivan un espíritu crítico destinado a la inversión de múltiples esfuerzos y recursos para la creatividad permanente en el trabajo intelectual. La mayor parte de los profesores no llegaron a convertirse en investigadores y son muy raros aquellos que publican en revistas especializadas, indexadas y reconocidas en el ámbito internacional con calidad científica. En general, Bolivia se encuentra por detrás de varios países de América Latina donde se estimula la publicación y competencia en revistas y publicaciones de renombre en el área de las ciencias sociales como México, Brasil, Argentina, Colombia, Chile y Costa Rica.

La vocación en Sociología exige que los estudiantes puedan contar con un profundo interés por el mundo circundante, impulsar la disposición a indagar sobre todas las facetas de los problemas sociológicos en Bolivia, yendo más allá de los requerimientos curriculares para la titulación. En América Latina, el oficio del sociólogo está directamente comprometido con la formación intelectual, lo cual implica estimular los intereses por todas las manifestaciones de la actividad humana: avances científicos y tecnológicos, el cine, la literatura, el teatro, la música, las manifestaciones políticas, los retos que demanda la solución de la pobreza, las fiestas populares, el conjunto de los dilemas del desarrollo económico, etc.

De la misma forma, la actual educación sociológica en la UMSA y la UPEA no plantean una buena correlación entre los conocimientos básicos de Matemáticas y su utilización en las Ciencias Sociales, que después deben ganar espacio en la Estadística y las Metodologías de Investigación Cuantitativas. Las áreas de estudio vinculadas con la Teoría Sociológica avanzada o contemporánea, la Geografía y el Derecho, están ausentes y no tienen profesores especializados. La Teoría del Estado y sus relaciones con el desenvolvimiento de la Economía, la Demografía y todo lo que significa una reflexión Filosófica más global para generar teorías nuevas, quedan ausentes de los actuales planes de estudio, afectando así las posibilidades para que el sociólogo pueda expresarse con destreza en la comprensión de una sociedad multicultural y compleja como la boliviana.

Es importante agregar que Bolivia requiere, al mismo tiempo, una profunda revisión de los patrones dominantes en el sistema de su educación superior. Las universidades públicas y privadas se encuentran en crisis y la estructura institucional de las Carreras de Sociología se convierte en un obstáculo adicional que impide la realización de varios cambios.

Se necesita generar las condiciones para el desarrollo de factores que construyan un pensamiento propio y visiones científicas a partir de experiencias históricas en la cultura y la sociedad bolivianas. Entre los puntos más problemáticos que afectan a la educación superior del siglo XXI en el país, se encuentran tres elementos.

El primero se refiere al carácter de la transmisión de conocimientos en las universidades públicas y privadas en Bolivia, el cual está fuertemente influido por la repetición y los impedimentos institucionales que evitan efectuar investigaciones de calidad, con el propósito de contribuir al desarrollo de la sociedad en general y a los procesos económicos.

El segundo problema, consecuencia del primero, tiene que ver con el cultivo de la tolerancia y la creatividad en el trabajo de los estudiantes. Ambos fenómenos tienden a desaparecer en la academia porque desde la cátedra y la gestión universitaria (del pre y postgrado) se trata de negar –a veces sutil y otras abiertamente– la aceptación de puntos de vista divergentes o nuevos, razón por la que se menosprecia cualquier descubrimiento o, simplemente, éste es una variable inexistente para la práctica docente y la misma gerencia institucional de las universidades, donde las burocracias privilegian todo tipo de normas por encima de la agilidad institucional para una moderna gestión del conocimiento.

El tercer problema está relacionado con la posibilidad de transferencia tecnológica o la aplicación de conocimientos que las ciencias puras y sociales pueden realizar a la sociedad boliviana contemporánea. Dicha transferencia está fuertemente vinculada con la superación de la pobreza y los dilemas del desarrollo económico, donde las universidades, lamentablemente están perdiendo su papel central al ser rebasadas por Organizaciones No Gubernamentales (ONG) y centros privados de investigación de diferentes fundaciones.

Necesidad de tolerancia, creatividad y renovación

Las relaciones entre investigación y docencia universitaria en Bolivia, están estrechamente conectadas con el tipo de cultura política que envuelve a la sociedad y es aquí donde la Sociología debe iluminar claramente todos los problemas. Nuestra cultura política continúa siendo autoritaria, a pesar de vivir treinta años en condiciones de democracia representativa. Esto también es contradictorio porque aún a pesar del régimen democrático y gozar de libertad de expresión, nuestros patrones de vida están atrapados en la rutina y el convencionalismo, en el conservadurismo y el ciego respeto a la autoridad de turno, sin importar si ésta se encuentra capacitada para ejercer sus funciones o si merece legitimidad.

Esta cultura del autoritarismo se traduce en una lógica patriarcal y de verticalidad que influye en las aulas universitarias, distorsionando las acciones de los docentes de pre y postgrado en el sistema universitario. Tal como sucedió desde la colonia española, el legado ibérico fomentó el desarrollo de actitudes intransigentes respecto a todo aquello que no era español, hecho que se conectó con el autoritarismo cultural y religioso. Estas concepciones se convirtieron en nuevos códigos de conducta que conservan inclinaciones verticalistas y destruyen la creatividad en la generación de conocimientos, pues las universidades ofrecen el prestigio del título universitario a como dé lugar, sin la correspondiente calidad. Los títulos de licenciatura, maestría y doctorado, son los sucedáneos postmodernos de la nobleza y una odiosa jerarquía discriminatoria que dominó en Bolivia y América Latina durante la colonia.

Actualmente, los profesores ejercen su autoridad en las aulas sin estimular la creatividad, ni la producción científica del conocimiento. La imposición de la autoridad se convierte en una práctica para refrendar los gustos e inclinaciones personales de los docentes durante las discusiones en grupo. Nadie se detiene a analizar lo contrapuesto o endeble del conocimiento impartido y, si existe esta posibilidad, los docentes no actúan como facilitadores y mediadores del proceso de enseñanza-aprendizaje, sino como defensores de posiciones principistas reforzadoras de prejuicios, o de las fórmulas erróneas reproducidas por algunos organismos internacionales que financian la realización de investigaciones, muchas veces sin pensar en el trabajo académico sino en las necesidades inmediatas o un conjunto de intereses específicos que caen por fuera de las preocupaciones universitarias.

Ahora bien, esto no quiere decir que la discusión sea inexistente en las aulas universitarias del país, o que la enseñanza sea víctima de una lógica inquisidora. Todo lo contrario, las discusiones existen y hasta el cansancio, pero vacías de aportes. Aquéllas son un ir y venir de actitudes defensivas y, en el fondo, de posiciones dogmáticas sumamente sutiles.

En este ambiente institucional y pedagógico, los estudiantes universitarios actúan de una manera práctica, evitando cualquier confrontación académica con los profesores, limitándose a hacer lo mínimo porque esto satisface las condiciones circundantes y da menos trabajo al catedrático que tiene otras ocupaciones no académicas fuera de la universidad. Lo importante es conseguir el título nobiliario-profesional que se puede adquirir para diferenciarse de los demás.

El resultado es la ausencia de condiciones permanentes de incentivo para cualificar la cátedra universitaria y dotar de mayores estímulos para el aprendizaje de los alumnos. Por lo tanto, la crítica científica, creatividad e imaginación, no pueden ser capturadas como mecanismos movilizadores de la optimización y el mejoramiento del proceso de educación universitaria en el pre y postgrado.

La situación no es tan dramática después de todo porque los estudiantes se dan modos para ejercer su imaginación y creatividad por medio de acciones extracurriculares como la publicación de revistas estudiantiles o la organización de grupos de discusión, donde lo primero que se hace es una saludable purificación fuera del aula, al margen de presiones y dogmatismos, sean éstos provenientes de la moda o del mercado de trabajo.

Otro problema descansa en cómo las orientaciones científicas bolivianas están en la imposibilidad de lograr una transferencia tecnológica de conocimientos en la sociedad. La probabilidad de ligar investigación científica con la aplicación o uso tecnológico del conocimiento, es una oportunidad para identificar varias políticas públicas orientadas hacia el alivio a la pobreza y la ejecución de estrategias de desarrollo.

Actualmente, Bolivia está inundada de Organizaciones No gubernamentales (ONG) y fundaciones privadas que actúan en el ámbito de las políticas públicas. Esta red de instituciones civiles para el desarrollo creó un mercado de la investigación, social y tecnológica, donde se confunden la ciencia (producción de conocimientos) con la consultoría coyuntural para resolver problemas específicos, o se da un énfasis a la investigación institucional situada en algunas ONG, divorciándose de la docencia universitaria.

La ausencia de calidad en la profesión docente y la falta de incentivos para mejorar cualquier investigación académica en el país, dio como resultado un aislamiento de la universidad respecto de los grandes problemas del desarrollo y de la reconstrucción del Estado en toda Bolivia.

Desde el año 1989, el reclutamiento docente en la Carrera de Sociología de La Paz está fuertemente sesgado por antipatías personales, favoritismos y criterios políticos restringidos que han socavado la calidad académica. Esto ocasionó un daño estructural, no solamente en la formación de los estudiantes y en los procesos de investigación, sino también en el desarrollo del mercado laboral para los sociólogos, el cual no se amplía, sino que se empequeñece y se halla virtualmente al borde de la desaparición. Los sociólogos egresados tienen serias dificultades para encontrar trabajo y aportar de diferentes formas, razón por la cual tratan de ser docentes, regresar al redil donde solamente encuentran conflicto y mediocridad. Todo converge en los errores de inicio y en la crisis profunda de la Sociología como carrera y disciplina. Un ejemplo muy notorio fue el ingreso de Álvaro García Linera como docente entre 1997 y 2011, sin tener la mínima formación, sin título profesional alguno y amparado únicamente en valoraciones de tipo ideológico, proteccionismo político y un juego perverso de favores que anularon cualquier posibilidad de seriedad profesional.

Muchos centros e institutos privados de investigación, virtualmente están monopolizando la producción de conocimientos y su transferencia tecnológica, bajo la forma de políticas públicas; sin embargo, estos esfuerzos están totalmente desligados de la discusión abierta en foros públicos y de la misma educación universitaria para la formación de recursos humanos, lo cual repercute en la formación de élites institucionalizadas en ONG y fundaciones, que no tienen la más mínima responsabilidad ante la sociedad para rendir cuentas sobre sus actividades o someter su labor a la crítica académica.

En este contexto, la relación investigación-docencia-desarrollo dentro del proceso educativo universitario de pre y postgrado en Bolivia, deberá ser reformada profundamente. No sólo la estructura institucional de las diferentes Carreras de Sociología (para recuperar mayor efectividad), sino renovar también un compromiso universitario donde la tolerancia, creatividad, crítica científica y relativismo cognoscitivo contribuyan a un comportamiento socio-político de comprensión y respeto del otro y de los otros, orientando todo esfuerzo hacia el rescate de una educación liberadora, capaz de hacer sentir plenas libertades –políticas y del conocimiento–, en medio de una vida democrática digna de ser vivida para fomentar el descubrimiento, la corrección de errores y el destierro de todo conservadurismo paralizante.

Cómo la Universidad Católica hubiera marcado la diferencia con una nueva Carrera de Sociología

La fundación de una nueva Carrera de Sociología debería contar, necesariamente, con la consideración de dos aspectos centrales:

Primero: cómo se construye el conocimiento científico en las ciencias sociales que, en la actualidad, representa un trabajo muy complejo para transmitirlo dentro de las aulas universitarias y efectivizar todo tipo de capacitación en la práctica. Hoy, el trabajo científico replantea una serie de debates metodológicos que deben ser puestos al día de manera explícita en el diseño de un programa curricular, constituyendo así un requisito de calidad pero al mismo tiempo, la discusión metodológica tiene que ser parte de una ética transparente para mostrar de qué manera se diseñan las investigaciones sociológicas, cuál es la consistencia de diferentes marcos de análisis, la plausibilidad de las hipótesis puestas a prueba y, sobre todo, el carácter incierto de las conclusiones con el objetivo de abrir el horizonte para la posterior profundización del conocimiento, o en otros casos, para la falsificación de teorías que hagan posible la llegada de explicaciones alternativas, tolerantes y nuevas visiones sobre el mundo de la sociología y las múltiples dimensiones de “los fenómenos sociales”.

En este caso, fundar una carrera equivale a tomar la decisión de formar futuros científicos sociales, lo cual significa que la vocación principal del perfil profesional deberá asentarse en los siguientes elementos:

• La capacidad de convertirse en investigador (a) profesional, apto para ejecutar su trabajo con solvencia metodológica y teórica, además de estar preparado para diagnosticar todo tipo de problemáticas sociales, políticas, culturales, institucionales y organizacionales de manera inmediata, junto con una comprensión global de cómo podrían plantearse soluciones a dichas problemáticas, tanto en los ámbitos públicos como privados.

• La posibilidad de hacer de la Sociología una profesión docente, puesto que la enseñanza podría absorber a gran parte de los futuros profesionales, tanto en instituciones de formación secundaria, universitaria, institutos técnicos y todo tipo de academias donde se educa con el objetivo de obtener recursos humanos que puedan comprender el contexto que los rodea, gracias a un abordaje sociológico de diversos aspectos de la realidad.

• La posibilidad de convertirse en un asesor (a) estratégico en cualquier institución pública o privada, debido a la capacidad del sociólogo (a) para reflexionar de manera crítica, analítica y exigente con el propósito de detectar insuficiencias, mal funcionamiento y oportunidades de cambio en las instituciones y organizaciones, junto con la realización de evaluaciones de proyectos destinadas a mejorar diversos proyectos de desarrollo.

• En general, la Sociología es importante para el funcionamiento de una sociedad democrática porque fomenta la franca y abierta discusión de temas trascendentales, apelando al raciocinio de la sociedad civil y sus diferentes clases sociales, antes que a las supersticiones y prejuicios. La Sociología es una forma valiosa de ejercer la crítica social y, por lo tanto, sus profesionales representarían el conjunto de hombres y mujeres de ideas que critican y analizan de manera constructiva y libre, buscando las verdades científicas, sin tratar de ganar el aplauso ni evitar el rechazo de diferentes sectores de la opinión pública.

Segundo: la ciencia sociológica es un conocimiento válido como perspectiva del mundo desde un sólido trabajo teórico, aunque ligado a la necesidad de conformar una comunidad de científicos que comparten un mismo objetivo: la universalización teórica de varias perspectivas, que a pesar de su multiplicidad, compiten mostrando diferentes teorías sociológicas para dejar atrás explicaciones simplistas o de sentido común, dejando de lado también el parroquialismo de las visiones descriptivas. La educación de los sociólogos (as) tiene que tener una rigurosa formación teórica y sistemática.

El desarrollo científico y la aproximación teórica sistemática para explicar los fenómenos sociológicos tienen su propia naturaleza, es decir, poseen una identidad específica que se manifiesta en prácticas muy claras por intermedio de las metodologías y la reflexión teórica permanente.

En el mundo del saber común y la vida cotidiana, las personas tienden a confundir la ciencia con la metodología de investigación; sin embargo, debe quedar establecido que la Sociología tendría que presentarse como un oficio y una ciencia donde la adquisición de conocimientos da resultado solamente por medio de una metodología científica, junto con la aspiración a lograr generalizaciones teóricas y la identificación de paradigmas explicativos que trasciendan las fronteras de un escenario geográfico específico.

En la fundación de una nueva Carrera de Sociología es fundamental discutir algunas orientaciones metodológicas y todas las perspectivas teóricas, reconociendo diferentes limitaciones que afectan a las Ciencias Sociales en general, prácticamente desde su aparición durante el periodo de la Ilustración. Si bien la finalidad de adquirir conocimiento es la columna vertebral del científico social, el trabajo real descansa en una serie de problemáticas que hacen muy dificultosa la obtención de datos relevantes para la generalización teórica y el acceso a determinadas fuentes de investigación.

Muchas fuentes de investigación no tienen consistencia, son muy difusas y exigen que el científico construya fuentes creíbles y comprobadas; sin embargo, ¿radica el problema solamente en las fuentes de producción del conocimiento, o en quienes pugnan por imponer un determinado conocimiento, según el paradigma imperante y de acuerdo con la autoridad y poder que le otorgan credibilidad?

El área de formación minuciosa en metodología, como aquel conjunto de procedimientos por los cuales se logra el conocimiento científico, tendría que responder a reflexiones en torno a lo siguiente:

a) ¿Cómo se genera el conocimiento en la Sociología?

b) ¿Cuál es el efecto de dicho conocimiento social?

c) ¿La Sociología hace alguna diferencia para cambiar el mundo en que vivimos, o es suficiente con la contemplación teórica y metodológica que promete llegar a la esencia de las cosas y a una objetividad siempre esquiva?

Los modos de obtención y difusión del conocimiento científico en las Ciencias Sociales también están correlacionados con las estructuras de poder que existen en la sociedad y, por lo tanto, surgen varias amenazas sobre la posible aparición de un modo autoritario de construir la ciencia y privilegiar ciertas visiones occidentales o unilaterales del mundo por encima de otras.

En realidad, esto se vincula con algunos problemas donde la metodología puede ser un vehículo para la penetración de sesgos e ideologías dogmáticas en la Sociología; por ejemplo, cómo es posible que algunos intelectuales y académicos con mucho conocimiento estén dispuestos a falsear la realidad sobre lo que ocurre en el orden político y el manejo del poder, específicamente cuando se analizan problemas relacionados con conflictos a gran escala y problemas de dominación.

Una nueva Carrera de Sociología no debería instaurarse sobre la base de imponer una autoridad política vertical en términos de conocimiento, que se inviste de legitimidad solamente para gozar de poder y convertirse en institución omnisciente. Por lo tanto, una parte importante en los debates teóricos y metodológicos para fundar la Carrera, gira en torno a cómo garantizar la formación y producción de un conocimiento objetivo, respetable e idóneo para evitar que la educación universitaria y la práctica científica se conviertan injustamente en instituciones cerradas del pensamiento donde éstas prescriban lo que deba pensarse e interpretarse sobre los hechos sociales.

A esto debe sumarse la vigilancia crítica junto con una sólida formación teórica flexible que contribuye en gran medida al desarrollo de una consciencia científica para ofrecer una ciencia sociológica con calidad. En el desarrollo de las Ciencias Sociales latinoamericanas, las metodologías de investigación y nuevos aportes en cuanto a orientaciones epistemológicas son bastante escasas. Por lo general, se retoman las teorías en boga generadas en los centros dominantes del conocimiento en el occidente industrializado, o se utilizan los conceptos que faciliten la combinación entre el análisis de coyuntura y la investigación de corto plazo.

Para el caso de los análisis sociológicos, son relevantes un conjunto de consultorías y estudios encargados por diferentes organismos internacionales de cooperación al desarrollo, pues éstos permiten articular las agendas provenientes del extranjero y los intereses de las contrapartes que contribuyen a identificar problemas específicos sobre el funcionamiento de diferentes sistemas sociales.

La formación académica para un estudiante de la carrera de Sociología debe estar orientada por tres ejes centrales, los mismos que abarquen las áreas más importantes a ser estudiadas durante un periodo de cinco años y que, sin duda, se complementen y articulen entre sí. Un primer eje será el teórico y la transmisión de conocimientos sobre el tipo de análisis sociológico que imperó desde el surgimiento de la Sociología como ciencia; el objetivo es lograr una formación suficiente en los temas y escuelas principales, otorgando a los estudiantes las habilidades para adquirir un pensamiento teórico sólido, coherente y crítico que le permita estar al tanto de las principales corrientes de pensamiento que han dado lugar a intensos debates paradigmáticos dentro de la teoría sociológica.

Estructura de tres áreas para un perfil profesional orientado hacia la investigación y el asesoramiento estratégico

•     Área de teorías sociológicas e historia del análisis sociológico.


•     Área de metodologías de la investigación y epistemología de las ciencias sociales.


•     Área de gerencia social, institucional y organizacional.

Apoyo: Asignaturas de complementación: Historia, Antropología y Economía.

El segundo eje se relaciona con el instrumental metodológico que debe reunir cualquier estudiante, a partir de tres elementos:

a) Metodología de investigación cuantitativa con el énfasis puesto en la construcción de modelos estadísticos para el armado de bases de datos y la comprobación de hipótesis por razones matemáticas y sustento en información empírica cuantificable. Los estudiantes deberán compartir su formación con otras áreas como la economía para adquirir información ligada con la econometría y el álgebra, entre otras.

b) Metodología de la investigación cualitativa, poniendo énfasis en todo lo relacionado con la observación participante y otro tipo de intervenciones sociológicas que, según las temáticas específicas de estudio, tienen que facilitar la exposición directa de los estudiantes para observar fenómenos como los movimientos sociales, los procesos burocráticos de carácter institucional, o todo lo que significa los estudios de caso, entre otros. La investigación cualitativa es inductiva y ayuda a que los futuros sociólogos realicen estudios en pequeña escala que no sean susceptibles de cuantificación. Actualmente, es fundamental destacar la validez e importancia de vincular a los estudiantes con la realidad empírica cuanto antes en el proceso de estudios universitarios; este tipo de educación hace que éstos tengan mayor confianza en sus ideas y planteamientos intelectuales.

La metodología cualitativa es, principalmente, un instrumento para generar teorías e hipótesis. En este campo, los profesores deberán alentar la intuición de los estudiantes, estimulando su imaginación y haciéndolos participar en diferentes investigaciones a través de la interacción con diversos actores sociales, dejando de lado prejuicios y creencias.

c) El tercer elemento dentro del área metodológica es la formación en epistemología de las ciencias sociales, donde las principales competencias tienen que centrarse en la consciencia de no anteponer ningún tipo de dogmatismo. Los estilos cognitivos o preferencias metodológicas en la práctica de la investigación demandan una vigilancia epistémica, es decir, exigen que los estudiantes puedan pensar en un examen exhaustivo de las decisiones tomadas en el proceso de la investigación o cómo se resuelven diferentes problemas del conocimiento durante la realización de cualquier estudio.

La epistemología es importante como parte de la formación filosófica que los sociólogos tienen que tener, con el fin de evitar que los investigadores caigan en reduccionismos metodológicos y, al mismo tiempo, reconozcan la multidimensionalidad de la realidad social. La organización curricular en epistemología tiene la finalidad de develar ¿por qué? y ¿cómo se piensa como se piensa dentro de las Ciencias Sociales? De igual modo, contribuye a derrumbar la confrontación entre los paradigmas cualitativos (subjetivismo) y cuantitativos (objetivismo), al priorizar la reflexión sobre cómo va construyéndose el conocimiento y mostrando las posiciones teóricas e ideológicas subyacentes que condicionan algunos conceptos fundamentales y los objetos mismos del conocimiento, así como los métodos de investigación y sus efectos o resultados. La epistemología ayuda al desarrollo de competencias instrumentales cognitivas durante el proceso de formación disciplinaria en el campo de la Sociología, habilitando a las nuevas generaciones de profesionales para un ejercicio competente en la disciplina y adecuándose a diferentes contextos.

El tercer eje corresponde a la práctica profesional que el mercado laboral para el sociólogo (a) está requiriendo. Por lo tanto, la gerencia social, institucional y organizacional constituyen los escenarios que permitirán a los nuevos profesionales intervenir activamente en el desarrollo de habilidades para diagnosticar, proponer, diseñar y elaborar soluciones particulares a problemas sociales concretos. Aquí destacan las organizaciones no gubernamentales, fundaciones e instituciones internacionales dedicadas a resolver los problemas del desarrollo, sin descartar la inserción del sociólogo (a) en la gestión pública del aparato estatal.

Dentro de las características que hacen a un sociólogo (a), está la enorme habilidad y capacidad para tener una visión holística de la realidad social, de sus problemas, conflictos y funcionamiento. Sus conocimientos pueden asesorar el rumbo de las decisiones que deben tomarse para el logro de un óptimo resultado que convenga a los intereses de sus actores sociales, así como a los intereses institucionales y organizacionales, tanto del sector público como del privado, con el propósito de mejorar su desempeño.

Los tres ejes pretenden sugerir, simultáneamente, que la educación universitaria necesita de manera imprescindible una transformación de sus formas de pensamiento. La formación profesional con técnicas para la realización de determinadas tareas en el siglo XXI, plantea la renovación de cómo se enseña y transmite los intereses asentados en la investigación y la producción teórica; ambas preocupaciones: la profesionalización de asesores con capacidad estratégica y la vocación por la actividad científica, conducen hacia un proceso de renovación epistémica, lo cual implica recuperar y apreciar un pensamiento propio que critique y vaya más allá de todo tipo de influencias que vienen de los modelos occidentales-epistemológicos.

Es la transformación del sistema educativo universitario, el principal escenario donde van a surgir nuevas teorías y perspectivas que podrían modificar las formas de pensar y la reinterpretación de nuestros procesos sociológicos en Bolivia. La epistemología dominante que proviene de los grandes centros de pensamiento afincados en Europa y los Estados Unidos, ha intentado neutralizar casi por completo otras formas alternativas de conocimiento y pensamiento. Hoy en día podemos afirmar que la Razón y Racionalidad de Occidente no son lo único preponderante para conocer e imaginar una cultura y formas de convivencia pacíficas desde la producción en las Ciencias Sociales de América Latina y Bolivia.

Una posible renovación epistemológica en la Sociología boliviana y, de manera general, en las Ciencias Sociales, exige la construcción de un pensamiento propio y de una producción teórica que fructifique al interior de una Carrera con vitalidad en la vocación científica y el asesoramiento efectivo, sobre la base de la crítica racional. Esto demanda la utilización de instrumentos propios e influencias académicas nacionales para una renovación epistémica cuyo objetivo será resolver, por ejemplo, la pobreza, la búsqueda del desarrollo en múltiples dimensiones y el logro de otro tipo de modernidad o procesos de modernización adaptados a nuestra realidad social boliviana.

La formación minuciosa en teoría sociológica permitirá que los estudiantes comprendan, de manera inmediata, que el trabajo teórico es una herramienta irrenunciable para la clarificación de marcos de consenso y líneas de reflexión compartidas dentro de la comunidad académica. La UCB tiene que pensar que el instituir una nueva Carrera de Sociología no es suficiente, lo que se necesita es construir una identidad con bases sólidas para la disciplina sociológica, diferenciándola de otras disciplinas.

Las Ciencias Sociales desenvuelven el ámbito de sus preocupaciones científicas con teorías que operan como elemento clave en el impulso de una comunidad de académicos, como uno de los dispositivos que ordenan los consensos y los disensos internos de la disciplina sociológica, pensando en una realidad social siempre cambiante en sus objetos de estudio.

En este marco, la teoría define las líneas de reflexión institucionalizadas por una comunidad que tendría que florecer en la Carrera de Sociología. En síntesis, la formación en teoría ayuda a que una comunidad científica comparta evidencias y establezca acuerdos sobre el futuro de la educación de sus estudiantes y sobre cuáles serían los proyectos de investigación que se conviertan en el sustento de las tres áreas que se plantean en este documento.

En la actualidad, constituye un reto enorme el hecho de transformar nuestro sistema universitario en general, debido a que imperan viejas prácticas que no fomentan el fortalecimiento de la teoría en las Ciencias Sociales, sino que aparecen indicadores de baja calidad e insuficiencia de recursos económicos y humanos. La instauración de una nueva Carrera debe pensar en superar los problemas de calidad, por ejemplo, influir en la contratación de un plantel de docentes que califiquen adecuadamente para responder a estándares de excelencia, además de ofrecerles una formación permanente dentro de la misma Carrera. En muchos casos se ha visto limitado el acceso a las grandes tendencias del pensamiento contemporáneo y a fuentes tecnológicas de información que podrían utilizar para optimizar los procesos de enseñanza y aprendizaje.

La renovación epistémica tiene que incentivar la necesaria práctica de un pensamiento creativo y audaz en los futuros profesionales, con la finalidad de que éstos puedan modificar en el mediano y largo plazo una serie de estructuras políticas e institucionales gracias a su formación como sociólogos investigadores y asesores estratégicos. El trabajo más duro y fundamental consiste en el imprescindible compromiso que cultive una Sociología, apta para desarrollar todo tipo de pensamientos.

La Carrera de Sociología debe tomar en cuenta que la jornada de estudios (número de horas), estén destinadas a investigar, leer y reflexionar sobre las nuevas formas del pensamiento propio. Al mismo tiempo, la renovación epistémica tendrá que contemplar las siguientes tareas:

1) Efectivizar la contratación de un plantel de docentes calificados, predispuestos  a la innovación en el pensamiento y la investigación, con el objetivo de forjar recursos humanos que destaquen en la producción teórica y el asesoramiento de todos los desafíos que se presenten en las instituciones públicas, privadas e internacionales.

2) Pensar en una carga horaria adicional, sobre todo con aquellos alumnos que desean mejorar sus capacidades de investigación, según sus inclinaciones para explotar lo mejor de sus vocaciones y organizar talleres extracurriculares abiertos y permanentes con el fin de discutir todo tipo de teorías, ideologías y visiones de largo plazo sobre la renovación epistémica que puede tener lugar en la nueva Carrera de Sociología.

3) La UCB debe evaluar cuidadosamente cómo financiar investigaciones curriculares y extracurriculares con la plena participación de los estudiantes.

4) Optimizar los recursos de información y bibliografías, además de aprovechar la tecnología que facilite la investigación científica y la enseñanza universitaria.

5) Impulsar el compromiso con la renovación epistémica para producir una autodisciplina que proyecte la realización de, por lo menos, cinco investigaciones anuales y otros trabajos innovadores.

6) Conectarse con el mundo exterior para evitar un sesgo demasiado localista, es decir, la renovación epistémica se transforma en una estrategia para aprovechar lo más positivo de la modernidad occidental, en función de conocer pensamientos alternativos en diferentes partes del ámbito internacional y la globalización.

Posiblemente, una de las responsabilidades más trascendentales que tendrían un impacto directo en la fundación de la Carrera de Sociología sea un cambio de actitud. Esto significa una modificación de los patrones de comportamiento para el desarrollo de aquellas visiones capaces de sacrificarse en función de las ideas propias, el trabajo disciplinado y el amor a la reflexión como la mejor forma de responder a los retos del pensamiento en un Siglo XXI, caracterizado por las revoluciones en la ciencia, la tecnología y la denominada economía del conocimiento.

La renovación epistémica equivale a impulsar confianza entre los que enseñan y aquellos que aprenden, junto con la confianza en las expectativas que tiene la sociedad para valorar el conocimiento hasta lograr grandes consecuciones en un conjunto de pensamientos propios, osados y capaces de inspirar a las nuevas generaciones. Solamente con un pensamiento propio sería posible una reinterpretación de la historia para aprender de ella, proyectando una nueva visión de la sociedad boliviana y la educación universitaria en las Ciencias Sociales hacia adelante.

La dinámica pedagógica tiene el propósito de mejorar las destrezas que deben ostentar los docentes y los alumnos para razonar con independencia, antes que repetir conocimientos producidos para otro tipo de intereses y otro tipo de sociedades. La teoría enseñada en las aulas no debe estar lejos de la realidad en que se mueven las instituciones y la vida cotidiana de los docentes universitarios y sus estudiantes.

La gerencia social, organizacional e institucional como identidad actual del sociólogo del siglo XXI

En Bolivia y América Latina, algunas encuestas de percepción sobre el oficio del sociólogo (a) muestran la siguiente tendencia: este tipo de profesionales son vistos como reformadores de instituciones, organizaciones de la sociedad y, al mismo tiempo, son entendidos como activistas que se vinculan con la movilización política en beneficio de los más necesitados.

Otras opiniones se ordenan en las siguientes variables: los sociólogos pueden fomentar la eficacia, imaginar políticas de control de la corrupción, mejorar la capacidad de las instituciones públicas y representar inclusive a la sociedad, sobre todo por cierta habilidad en la influencia que tienen dentro de los procesos de democratización; sin embargo, también es posible percibir que la Sociología como ciencia es entendida como un conocimiento bastante tolerante que puede optimizar diferentes tipos de liderazgo para ofrecer, inclusive, un proyecto de futuro dispuesto a generar adhesiones en función de la transformación social.

Estas características coinciden, por una parte, con los ajustes estructurales en materia económica y la gran influencia de los procesos de globalización, donde las alternativas políticas parecen ser escasas, ya que las teorías monetaristas, la economía de mercado y el interés por aplicar el conocimiento para resolver problemáticas concretas –sobre la base de criterios de competitividad o eficiencia institucional–, dominan la toma de decisiones en varios países de América Latina cuyo perfil profesional del sociólogo (a) tiene un sitial bien ganado como en Chile, Argentina, México, Colombia, Perú, Costa Rica y Brasil.

Por otra parte, el prestigio de los sociólogos también se relaciona con el deseo explícito de la población de considerar a la democracia como el sistema de gobierno más pacífico para resolver conflictos de todo tipo y donde los profesionales de las Ciencias Sociales son vistos como especialistas que deberían otorgar mayor atención a escuchar la opinión de la gente y realizar diagnósticos certeros de las condiciones en que se desenvuelven las estructura sociales, sus diferentes estratos y el funcionamiento de la cultura.

Es importante resaltar que también existen otras percepciones denominadas como Sociología Crítica, lo cual significa la identificación de nuevos criterios mediante la propuesta de diferentes perfiles ideológicos de cambio social o la ruptura absoluta con el status quo. Esta tendencia equivale a pensar que la actual sociedad boliviana todavía piensa en la época de los grandes movimientos revolucionarios, o el auge de las posiciones de izquierda. Si bien el contenido ideológico de varias teorías sociológicas es bastante notorio, no son así las estrategias políticas para canalizar descontentos y mover adherentes desde el conocimiento de la acción política.

La Sociología boliviana debe reflexionar sobre todo aquello que pueda combinar la ética y la solución práctica de los problemas cotidianos. Este es el núcleo que fue muy bien entendido por el perfil profesional de gerente social que recoge, elabora y agrega cualquier demanda de la sociedad civil, haciéndola ver como criterio de utilidad colectiva. Este sociólogo (a) como gerente social no es ni tecnócrata, ni manipulador, sino un asesor que utiliza sus oportunidades teóricas abiertas por la Sociología con el fin de ser eficiente al enfrentar problemas diarios. Ser un gerente social estratégico de los procesos sociales, no significa dejar de favorecer el funcionamiento democrático con el apoyo desde las bases populares de la sociedad civil, sino insistir en la renovación interna de las instituciones donde trabajan los sociólogos.

Por último, el modelo de gerente social tampoco implica tener en cuenta a un simple activista o a un profesional superdotado. Su principal orientación es, sencillamente, la de cumplir lo que la Sociología oferta, esto quiere decir que los sociólogos (as) deben realizar un conjunto de tareas que permitan establecer, poco a poco, patrones de cambio social como parte de un pleno sentido de responsabilidad con el conocimiento, su aplicación para el país y la orientación ética de un conjunto de profesionales capaces de engendrar un pensamiento propio y original.

A la fecha, año 2019, nunca se abrió ni siquiera la discusión para fundar una nueva Carrera de Sociología en la UCB. Fue una buena o mala decisión, no lo sabemos. Lo cierto es que la Sociología como profesión y probable ejercicio científico en Bolivia, se halla sumida en una profunda crisis. Quizás por esta razón, las reflexiones de este documento significan también un adiós a mi profesión como sociólogo. Solamente el tiempo lo dirá.

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