Quién no ha soñado apasionadamente con
un liderazgo de grandes proporciones, tanto para servir a los demás o para
regocijarse con la subordinación que otros podrían rendir sin límites. Liderar maravillosas
tareas y proyectos fenomenales es la característica más visible, aunque ¿está
plenamente claro el significado y alcances del liderazgo? Para designar a la
persona que tiene poder en un grupo y cuya voluntad sirve de aglutinante al
mismo, existen palabras como caudillo, jefe o cabecilla. Sin embargo, a partir
de la palabra inglesa leader, ha
alcanzado gran popularidad un barbarismo: líder,
hasta el punto de relegar a un segundo plano a los términos como guía o
cacique. El barbarismo líder dio
origen a diversas palabras relacionadas con su condición, por ejemplo liderazgo o acción de liderar.
Al estudiar la figura del líder se le
ha prestado una especial atención como integrante de grupos pequeños en los que
se articula una relación directa, es decir, cara a cara. Sin embargo, no voy a
referirme a este tipo de liderazgo sino al que se establece entre el líder y
los grupos masivos junto a sus consensos. Los liderazgos de masas son aquellos en los que está de por medio la
cantidad y el número de seguidores. Se trata de liderazgos sobre grupos muy
amplios, estén éstos congregados o no. El número aquí posee un valor y una
cualidad distintiva muy específica.
Nos encontramos con vastos
conglomerados que imponen sus propias reglas. Las relaciones en estos casos son
diferentes a las que se establecen en los grupos que cuentan con un número
relativamente pequeño de componentes. No es lo mismo la relación que se puede
establecer entre seis amigos, que entre seiscientos mil espectadores de un
concierto de rock. El número crea una circunstancia diferente. Además, el
número no se refiere necesariamente a una reunión física en un sitio concreto.
Imaginemos que los seiscientos mil espectadores del concierto de rock lo
estuvieran siguiendo por televisión o radio. Continuarían siendo un grupo
masivo pero no congregado sino difuso. El número y la presencia son dos valores
que encontramos en los grupos de masas. Ambos son factores importantes y
diferenciadores.
Lógicamente, como en los grupos
pequeños sigue existiendo el líder, a éste también podemos aplicar los
criterios de número y presencia. A su vez, el líder de cualquier contexto sólo
puede uno solo. Siempre hay la tendencia a identificar una sola cabeza. Varía
en cambio el número de personas sobre el que se puede ejercer el liderazgo,
tanto en amplitud como en número. El liderazgo
de masas equivale a un liderazgo cuantitativamente considerable y muy numeroso.
Por lo que respecta a la presencia,
aparece aquí la necesidad de la
comunicación. El liderazgo es,
principalmente, comunicación pero ésta no puede ser desarrollada cara a
cara que es como se realiza en los grupos pequeños. Por lo tanto, hay que
plantearse el concepto de la propia imagen y cómo ésta llegará a vastos
seguidores.
Al preguntarnos si son similares las
comunicaciones establecidas entre un líder y su público en un mitin y esas
mismas comunicaciones establecidas por el mismo líder en una alocución
televisada, debemos responder, a la vez, en sentido afirmativo y negativo.
Afirmativo en cuanto vemos que la necesidad de estar concentrado en un sitio no
es un factor importante a la hora de que ocurra una comunicación masiva y
eficaz. Negativo desde el momento en que son estrategias comunicacionales
diferentes. Lo importante es destacar que los medios de comunicación se convierten en algo indispensable ya que es vital asegurar
la relación entre el líder y los seguidores. Los medios de comunicación son
intermediarios y como tales pueden ampliar, modificar y dominar – para bien o
para mal – los elementos de la imagen en el líder.
El
liderazgo también es un aspecto del
poder, específicamente un aspecto del poder consensual. Cuando hablamos de
liderazgo de masas debemos tener en cuenta las relaciones de consenso que se establecen entre el líder y los
grandes grupos. A partir de esta relación es posible establecer el sentido de
lo que constituye la adhesión a una persona deseada o admirada.
En efecto, tengamos en cuenta que el
liderazgo de masas puede, en el campo de actuación donde se desenvuelva,
hacerlo avanzar o retroceder. Podemos clasificar los tipos de liderazgo en
función de cómo se aplicará ese consenso y qué formas implicarían. Así, se
puede considerar tres fenómenos posibles: primero, acatar la figura de un líder
excepcional que hace avanzar la historia en una determinada dirección. Ante él
sólo cabe obedecer y ponerse a su servicio. Esta es la tesis del Gran Hombre que goza, además, de una
facultad de conocimiento e ilustración porque el Gran Hombre sabe a dónde va él
mismo, cómo interpretar la realidad, transmitirla y prevenir los hechos de
manera racional y pensada.
Segundo, los contextos, las
circunstancias y el poder colectivo de
las masas son quienes hacen avanzar la historia, siendo el líder un mero reflejo subordinado a sus designios, una
simbolización de los mismos, o bien sencillamente estos factores lo anulan
impidiendo su existencia. Esta es la tesis del Mandato de las Masas.
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