El mundo de la sexualidad es todavía una dimensión
desconocida. Más allá del conjunto de placeres que puede contribuir a
desarrollar, la sexualidad también expresa el carácter y personalidad de los
individuos, ayudándolos a realizarse como personas en un entorno donde la
fuerza de la identidad puede manifestarse por medio de ser hombre-mujer heterosexual,
homosexual o transexual. Asimismo, los sentimientos se encuentran entrabados y surge
una especie de enemigo común: el conservadurismo, que está ligado a diferentes
creencias religiosas. Se puede tener centros de atención para huérfanos,
ancianos y otros necesitados pero algunas instituciones eclesiásticas jamás serán
tolerantes con los homosexuales. Este es el principal problema que aqueja al
debate sobre la homosexualidad en América Latina: la intolerancia, el miedo a
reconocer otras prácticas sexuales y el rechazo abierto a los derechos civiles
de raíz igualitaria. El prejuicio y el dogmatismo, tal y como se expresaron
durante la Inquisición, todavía sobreviven en el momento de reconocer al
homosexualismo como una manifestación “normal” de la conducta en la sociedad
postmoderna.
Hoy en día, es el estigma moral dogmático-religioso que
rechaza otras formas de orientación sexual oponiéndose tenazmente a diversos tipos
de unión civil homosexual. Por otro lado, el papel de los Medios de
Comunicación Masiva (MCM) hacen un solo frente, no para informar o socializar
mejor la educación sexual y los problemas de la sexualidad en el siglo XXI,
sino para fomentar el sensacionalismo detrás de las noticias del mundo gay, reforzando por lo tanto el
discurso de las iglesias puritanas cuyo objetivo es preservar las conductas
tradicionalistas y evitar que prospere el matrimonio homosexual, considerado
como algo patológico y degenerado. Las democracias tienden a manipular y
postergar diferentes leyes a favor de las minorías sexuales, dejándose llevar
por el conjunto de ideas preconcebidas y temores transmitidos por la televisión
y las influencias religiosas.
Este ensayo sugiere debatir abiertamente la unión
civil entre parejas homosexuales y abordar esta temática con amplitud. Revisamos
los avances y retrocesos presentes en la región y algunas contribuciones por
países. En muchos casos, la discusión ha pasado de ser una defensa objetiva de
los derechos civiles a una exposición teórica de posiciones religiosas que
promueven la oposición por la oposición, tal como lo que sucede con la
legalización del aborto; si bien está
penalizado no evita, por poner un ejemplo, la práctica de más de 50 mil abortos
por año en Bolivia, (cifras que la misma iglesia Católica maneja). Lo mismo
sucede con la comunidad gay porque no se puede negar o condenar su existencia, sino
afrontar una realidad para que cada país asuma sus propias perspectivas sobre las
formas de unión gay junto con todas
sus consecuencias y contenidos económicos, jurídicos, políticos y sociales.
Pasado y presente
La homosexualidad no constituye un problema, sino que se
trata de una elección u opción por qué tipo de orientación sexual quieren los
seres humanos. Todos los homosexuales representan personas con plenos derechos
y obligaciones, siendo completamente injusto el hecho de exponerlos a diferentes
prejuicios o a la discriminación. Hablar de homosexualismo permite romper una
serie de esquemas cerrados neoconservadores que en muchas circunstancias
enclaustran, persiguen y asesinan a personas con orientación sexual diferente a
los patrones de mujer y hombre. La orientación sexual es una libre elección y,
al mismo tiempo, una expresión más de la personalidad humana.
En la Grecia antigua estaba bien visto públicamente que
un hombre joven sea compañero de otro
mayor. En retribución se costeaban los estudios, el alimento y la vivienda
del joven; sin embargo, las uniones
clandestinas entre hombres y/o mujeres eran sancionadas con la muerte para
los homosexuales y con la drástica exclusión de las lesbianas dentro de la
comunidad griega.
Durante la Edad Media, el dogma religioso juzgaba,
castigaba y mataba. El machismo moral de los fieles católicos se apoyó en la
doctrina del matrimonio solamente entre hombres
y mujeres. Esta concepción hoy en día permanece en la psiquis de las personas
y pasa de ser reflexiva en torno a la sexualidad humana para convertirse en inquisidora
de los derechos humanos fundamentales, cerrando los ojos ante la eventualidad
de reconocer una realidad que contradice las lecturas bíblicas tradicionales;
sin embargo, los mismos estudiosos de la teología consideran que la Biblia no tendría
razón para condenar, en sí misma, a la homosexualidad.
Moralistas y fundamentalistas del sector conservador
de la iglesia Católica, tratan al homosexualismo como una desviación sexual y un pecado. De esta manera buscan impregnar las
legislaciones de las naciones donde se censure y escarmiente a la
homosexualidad. Estos intentos reproducen un conflicto innecesario puesto que
el 17 de mayo de 1990, la Organización Mundial de Salud (OMS) excluyó a la
homosexualidad del código internacional de enfermedades, junto con los grupos
Lésbicos-Gay, Transexual y Bisexual (LGTB). Para el año 2005 esta fecha se
convirtió en un momento que celebró la Primera
Jornada Mundial Contra la Homofobia.
La actividad sexual con una persona del mismo sexo casi
siempre fue reprimida y representó un objeto de humillación al ser juzgada como
una enfermedad. El comportamiento homosexual, muchas veces se disfraza y es
víctima de malas interpretaciones pero, desde una visión tolerante, la
homosexualidad tiene que ser vista como un componente más de las distintas
dimensiones de la sexualidad humana. En la cultura sexual del siglo XXI podemos
diferenciar entre los comportamientos homosexuales, el deseo y la orientación
homosexual que puede manifestarse, inclusive, en las personas heterosexuales.
Las relaciones homosexuales
según las circunstancias (situacionales), podrían emerger de un momento a
otro, aunque los comportamientos sean heterosexuales en el resto de sus vidas.
El homosexualismo puede ser asumido inclusive por razones económicas o ajenas a
la voluntad de los individuos. La sexualidad, como parte de la energía vital de
cualquier ser humano, diversifica las orientaciones para mostrar que el
comportamiento homosexual es algo inherente al desarrollo de las sociedades y
la psicología humana.
La situación en la región
La discusión involucra inevitablemente a la iglesia Católica
como el sector más radical que se vale de los medios de comunicación para
condenar cualquier intento por legalizar el matrimonio o las uniones civiles
entre parejas del mismo sexo. Las creencias religiosas enfrentan lo bueno
contra lo malo; el pecado versus la santidad; lo moral contra lo inmoral, los
dueños de la verdad contra los afeminados subversivos y lesbianas. Este tipo de
polarización simplifica la realidad para congelar las argumentaciones en los
intentos que, de alguna manera, quieren presionar a las personas para tomar una
posición a favor o en contra del homosexualismo, una simplificación muy parecida
a las campañas violentas del prejuicio inquisidor.
No se trata de tomar partido por una posición u otra,
sino de dar un paso al frente para eliminar la discriminación del inconsciente
colectivo y de la vida cotidiana. Actualmente, el homosexualismo goza, poco a
poco, de una tolerancia cada vez más presente en la ciudadanía, sobre todo en
las generaciones jóvenes. Las comunidades gay, por su parte, han logrado
sobreponerse a todo tipo de condiciones adversas y han combatido con éxito el
discurso eclesial por una razón simple: la misma iglesia, Fuerzas Armadas y diferentes
instituciones de prestigio tienen entre sus filas a homosexuales. La cultura
gay se manifiesta en la música, pintura, cine, bibliografía, gastronomía, moda
y televisión.
El fundamentalismo dogmático castiga la orientación
sexual fomentando una especulación morbosa que busca estigmatizar la unión
carnal del sexo por el sexo, despreciando a la comunidad gay-lésbica y
transexual, que bien puede aportar productiva y económicamente como cualquier
otra persona. Las etiquetas morales de los machistas, lo único que han
conseguido con su oposición virulenta hacia los homosexuales, es esconder en un closet algún defecto familiar, instigando el
sufrimiento y disgregación filial.
Estos sectores radicales del sermón y la sotana,
tampoco quieren discutir con más detalle la crisis de los matrimonios heterosexuales
debido al incremento de divorcios, la infidelidad, el abandono de mujeres
embarazadas, la prostitución, los abortos y el concubinato que es el pan de
cada día en la postmodernidad. Sería risible echar la culpa a la comunidad gay por
los problemas actuales de la sexualidad y el culto a los placeres sexuales.
América Latina está definiendo políticas importantes
para resguardar los derechos civiles de los homosexuales. Las parejas del mismo
sexo pueden tranquilamente llevar adelante una unión civil y, en otros casos,
alcanzar a convertirse en un matrimonio con el reconocimiento de derechos
patrimoniales, la disposición de bienes, acciones y obligaciones, tal como los
derechos de las parejas heterosexuales, incluyendo el seguro social y de
reparto, junto a la protección económica en casos de divorcio. Las comunidades
gay deben estar protegidas por la no discriminación.
Cada Estado, de acuerdo con su propia cultura, tiene
que dar respuestas sociales y jurídicas que involucren al homosexualismo. La
postergación de un debate a favor de los derechos pensados para las comunidades
gay, implica cerrar los ojos frente a los hechos latentes y manifiestos en
nuestras sociedades, pues con el consentimiento o no de la ley, las parejas
homosexuales practican el concubinato. Respecto de la adopción de hijos, las
discusiones deberán presentar un conjunto de aportes multidisciplinarios
bio-psico-sociales, donde estén contempladas las características jurídicas de
una adopción en los marcos de un matrimonio gay, pues no se sabe claramente
cuáles serían las condiciones para otorgar adopciones (de darse el caso), limitaciones
o prohibiciones.
Lo importante es legalizar o formalizar a estas
parejas que ya conviven como lo hacen los heterosexuales. ¿Debemos continuar
obviando una realidad definitivamente objetiva, o dejando que los homosexuales
se extingan por sí solos al no poder reproducirse? ¿Cuál es la verdadera
extensión del pecado: negar que ocurre el homosexualismo, o pensar que éste
pueda manifestarse en cualquier momento y al interior de cualquier familia?
Es singular la contribución de algunas sociedades latinoamericanas
como los casos de Brasil, México, Uruguay, Colombia o Argentina, países que han
demostrado una mayor influencia de la comunidad gay en el comportamiento
cultural, social, económico y sexual. En las calles de Estados Unidos o Europa
se encuentran a personas del mismo sexo tomadas de la mano o besándose, sin que
se afecte el morbo de los individuos. Las legislaciones en cada país latino han
visto la necesidad mínima de debatir y proyectar el tema del homosexualismo y
sus derechos, de tal manera que algunos legisladores sin ser homosexuales, están
aportando substancialmente para mejorar las condiciones de igualdad, tolerancia
y respeto hacia las comunidades gay.
Argentina
Fue uno de los primeros países en América Latina, y
décimo en el mundo, que legalizó las uniones civiles para personas del mismo
sexo en el año 2003. El 15 de julio de 2010, el Senado aprobó un dictamen de modificación de la Ley Civil de
Matrimonio, permitiendo el matrimonio gay en condiciones de igualdad, incluso consintiendo
la adopción en todo el país.
Bolivia
Aún no está legalizada la unión de parejas del mismo
sexo pero existe un significativo avance en la socialización de una legislación
que contemple la inclusión de homosexuales en los espacios institucionales
públicos y privados. En el año 2008, bajo el auspicio
de Derechos Humanos, se difundió por
radio y televisión la propaganda Bolivia libre de homofobia y de
discriminación, inspirada en la nueva Constitución Política del Estado aprobada
en 2009. La aprobación en 2016 de la ley de Identidad de Género permite que las
personas con identidad gay puedan expresar justamente esta reivindicación,
teniendo acceso a sus nuevas identidades con el acceso a documentación y
derechos plenos; sin embargo, el Tribunal Constitucional en una sentencia de
noviembre de 2017, rechaza la unión de parejas homosexuales retrocediendo en el
reconocimiento de derechos, simplemente por mera monomanía cargada de
dogmatismo religioso.
Brasil
En el año 2005, el Estado de Río Grande do Sul aprobó el matrimonio homosexual. En otros estados se
busca aprobar la ley de unión civil, como en Bahía, Minas Gerais, Paraíba, Paraná, Pernambuco, Río de Janeiro y São Paulo.
Chile
El activismo LGTB logró incluir proyectos sobre los
Derechos Sexuales y Reproductivos, la Ley de matrimonio homosexual, Ley de
Unión de Hecho, Ley de Unión Civil, de las cuales ninguna ha prosperado en el Parlamento,
debido a la tremenda oposición de sectores conservadores.
Colombia
Se planteó un proyecto de ley sobre el reconocimiento
de los derechos patrimoniales a las parejas del mismo sexo, es decir, si uno de los
miembros de la pareja homosexual fallece, los bienes y el capital conseguidos
por socorro, trabajo y ayuda mutuos podrán ser heredados por su compañero
permanente. La única condición para acceder a dicho beneficio es que la pareja
lleve dos años de convivencia, exactamente igual a lo que sucede con las
parejas heterosexuales.
El 4 de octubre del 2007, la Corte Constitucional de
Colombia aprobó que las parejas del mismo
sexo puedan afiliar a su compañero o compañera al sistema público de salud, con
sólo presentar una declaración notarial de unión marital de hecho y un mínimo
dos años. Las parejas también pueden acceder a la pensión de sobreviviente
pero no adoptar.
Ecuador
Las uniones de hecho entre dos personas, sin
especificar su género, tienen los mismos derechos y obligaciones que cualquier
matrimonio, lo que equivale al reconocimiento de las parejas homosexuales, con
la única condición de convivencia y unión monógama por más de dos años, aunque la
adopción no está permitida.
Perú
En Perú existe una ley para eliminar
la discriminación por orientación sexual. Actualmente, la homosexualidad ha conquistado
mucha aceptación; por ejemplo, los transexuales pueden cambiar de
género legalmente
y obtener su documento de identidad.
Uruguay
Fue el primer país de América Latina en legalizar la
unión civil de parejas homosexuales el 27 de diciembre del 2007, durante la
presidencia de Tabaré Vázquez. Si se trata de analizar la estadísticas de manera
objetiva y clara, cerca de 2.697 parejas de homosexuales lograron casarse en
Argentina después de un año entre 2010 y 2011, aprovechando la vigencia la ley del
matrimonio entre personas del mismo sexo; esta normativa es la primera que
ampara tal derecho en América Latina y ha resultado ser sumamente democrática y
abierta a una transformación que está impregnando la sociedad: familias sin el
estereotipo tradicional de una mujer y un hombre a la cabeza de los núcleos
familiares.
Finalmente, en una de sus columnas periodísticas Piedra de Toque, el premio Nobel de Literatura
2010, Mario Vargas Llosa, sintetiza claramente la necesidad de ir más allá de
la situación mojigata que aún subsiste en muchos ámbitos de opinión del
continente: “tenemos miedo al sexo y nos cuesta aceptar que en ese incierto
dominio hay opciones diversas y variantes que deben ser aceptadas como
manifestaciones de la rica diversidad humana. Y que en este aspecto de la
condición de hombres y mujeres también la libertad debe reinar, permitiendo
que, en la vida sexual, cada cual elija su conducta y vocación sin otra
limitación que el respeto y la aquiescencia del prójimo”. Es algo muy simple y,
simultáneamente, difícil de practicar. Mientras tanto, seguirán expresándose
las acciones de rechazo que, en última instancia, son comportamientos violentos
y totalmente antidemocráticos. ¿Pero por qué nos debería sorprender esto si en
América Latina la democracia parece haber fracasado, incluso en torno al
reconocimiento de derechos igualitarios?
Comentarios
Publicar un comentario