Ante las amenazas de una posible
guerra nuclear debido a la crisis en Corea del Norte, es difícil adoptar una
perspectiva esperanzadora para comprender el sistema internacional. Sin
embargo, hay una posible alternativa. Se trata del perfil teórico denominado
Pluralismo, aporta importantes explicaciones para comprender la arena
internacional. Está profundamente relacionado con algunos aspectos clave de la
globalización. La perspectiva pluralista se basa en las siguientes premisas:
Primero, las relaciones
internacionales incluyen a una multiplicidad de actores y, por esta razón, hay
una gran probabilidad de llevar adelante diferentes esfuerzos de cooperación.
Con esto, los pluralistas rechazan la hipótesis realista de la centralidad total
del Estado en el sistema internacional. Además, la agenda mundial no estaría
determinada por temas de seguridad y poder, ni restringida a éstos. Los asuntos
económicos, sociales y ecológicos son de enorme importancia. Por lo tanto, el
pluralismo impugna la división sostenida por los realistas entre alta política
(problemas de seguridad y poder) y baja política (problemas económicos y
sociales).
Segundo, las actuaciones del Estado
son el resultado de diversas burocracias e individuos con intereses y visiones
no solamente diversos, sino además a menudo contrapuestos. Las decisiones
políticas son el producto de un verdadero tira y afloja: negociaciones y
regateos entre distintos órganos, intereses y percepciones. El Estado no es un
actor unitario, sino una entidad compleja y entrelazada por múltiples
estructuras institucionales. Además, el pluralismo sostiene que las decisiones,
al ser tomadas por una diversidad de actores al interior de cada Estado,
influenciados también por factores externos, difícilmente responden a cálculos
estrictamente racionales destinados a optimizar los recursos estatales en el
contexto internacional.
Tercero, los pluralistas suponen
también que las normas y las instituciones legales (regímenes) juegan un papel
central en la política internacional. Dichas instituciones posibilitan que
sobre los conflictos inter-estatales predomine la colaboración. En esencia,
piensan que la ayuda mutua es más relevante y constructiva antes que los
antagonismos.
El pluralismo está relacionado con
la ideología liberal. Entre los pensadores clásicos que impactaron
profundamente al liberalismo en su dimensión internacional pueden citarse a
John Locke, Emmanuel Kant (Paz Perpetua, 1795), Adam Smith, y Richard Cobden.
Para alcanzar la paz, Kant proponía una ciudadanía global (no basada en el
Estado nacional), defendiendo la instauración de una federación de naciones
democráticas junto con el libre mercado. En esta misma orientación, Richard
Cobden proponía el comercio internacional abierto, la comunicación entre los
pueblos y la interdependencia, como los recursos más efectivos para lograr la
paz internacional.
El pensamiento liberal atribuye los
conflictos a las condiciones socio-económicas en que viven los pueblos y a las
instituciones defectuosas. No cree que existan impulsos agresivos y
guerreristas innatos e irrefrenables en el hombre, ni tampoco que los Estados
tengan siempre una insaciable sed de poder y supremacía. Por el contrario, el
liberalismo sostiene que las democracias pueden prevenir las guerras. De hecho,
los conflictos armados entre regímenes democráticos son muy raros o,
simplemente, inexistentes. Para el pluralismo, existen varias razones que
explican la inclinación hacia la paz entre los Estados democráticos: a) las
decisiones no las toma una sola persona, pues el pueblo está involucrado en
aquéllas; b) las
guerras son costosas en términos humanos y materiales, lo cual obstruye los
flujos comerciales en los que interactúan poderosos sectores nacionales y
transnacionales. Esto hace que los Estados democráticos compartan valores,
perspectivas e intereses comunes que los inclinan hacia la resolución legal y
pacífica de las controversias.
La visión liberal incluye
consideraciones éticas, tales como la vigencia de los derechos humanos que debe
regir por encima, inclusive, de la soberanía estatal. Aunque la soberanía es
vital para los realistas, entre los liberales está condicionada por valores
superiores. Tales consideraciones fueron la base de acciones de una parte de la
comunidad internacional (la Organización del Tratado del Atlántico Norte,
OTAN), para intervenir en la guerra de la antigua Yugoeslavia, o en el caso de
la intervención humanitaria de los Estados Unidos en Somalia. Lamentablemente,
dicha intervención resultó ineficaz para terminar la brutal guerra tribal que
destrozó a ese país africano, un triste caso de Estado fallido después de su
independencia en 1960.
La convicción liberal está
convencida de que los valores éticos deban prevalecer sobre otras
consideraciones. Por esta razón, los liberales cuestionan el fenómeno del
imperialismo. Éste, además de ser dañino, tendría que representar a un proceso
transitorio para dar paso a otras formas más justas de interconexión económica.
El imperialismo tuvo múltiples expresiones a lo largo de la historia, desde
Asiria, Macedonia y Roma, hasta España, Francia, Inglaterra, Estados Unidos y
la misma Unión Soviética. Sin embargo, el
tipo de imperialismo que recibió mayor atención fue el que expresa las
relaciones de dominación-sujeción, impulsadas por las naciones industrializadas
más poderosas que practicaban la economía de mercado a finales del siglo XIX y
comienzos del XX.
Entre los teóricos
democrático-liberales que criticaron el imperialismo, se encuentra el célebre
economista, Joseph Schumpeter, quien señalaba que el capitalismo hace al
individuo más racional debido a la búsqueda del mayor beneficio dentro de un
marco de legalidad. Esta tendencia del capitalismo habría de extinguir al
imperialismo, fenómeno que se basaba en el peso de las industrias de la guerra,
en los instintos agresivos y naturales (pero irracionales) del hombre y en el
monopolio de los exportadores. Todos estos factores eran, o son, obstáculos
para el desarrollo de las sociedades prósperas. El imperialismo tendría que ser
desmantelado para poder progresar en el mundo moderno. Schumpeter llegó a una
conclusión diametralmente opuesta a la que sostuvo Lenin. Mientras éste
consideraba que el imperialismo era una fase necesaria y una enfermedad
terminal del capitalismo (lo cual resultó ser un cálculo erróneo), Schumpeter
pensó que el capitalismo acabaría con el flagelo del imperialismo para
proseguir con un desarrollo más acelerado, dentro de la democracia y la
economía de mercado.
Las características esenciales del
liberalismo como inspirador del pluralismo, en confrontación con el realismo,
serían las siguientes:
a) Enfoque
filosófico pesimista en el realismo; optimista en el liberalismo.
b) Visión
de la naturaleza humana competitiva en el realismo; cooperativa en el
liberalismo.
c) Unidades
políticas claves: los Estados en el realismo; los actores estatales y no
estatales en el liberalismo.
d) Preocupaciones
centrales: incrementar el poder militar (temas de seguridad) en el realismo.
Promoción de la coordinación de políticas y el fomento de regímenes
internacionales (derecho internacional) en el liberalismo.
e) Estructura
del sistema global: anarquía en el realismo, (ausencia de una autoridad
supra-estatal). La anarquía entre los Estados también es reconocida por el
liberalismo, pero acompañada de una gran red de instituciones no estatales y
abundantes nexos transnacionales.
f) Enfoques
sobre la paz: el balance de poderes en el realismo. Seguridad colectiva por
medio de organismos y acciones multilaterales en el liberalismo.
g) Visión
del futuro: el realismo prevé una continuidad en las condiciones generales que
han prevalecido en la arena
internacional (competición por el poder entre las grandes potencias y cambios
basados en las variaciones del poder relativo entre los Estados más poderosos).
El liberalismo y la visión pluralista consideran que en la arena internacional
irrumpirán muchos cambios, junto con una mayor cooperación internacional al
diseminarse los regímenes democráticos, la libertad de los mercados y la
prevalencia de las normas e instituciones internacionales.
Muchos de los proyectos e ideales
del liberalismo y la interdependencia sufrieron duros reveses en los períodos
de las dos Guerras Mundiales. De esta manera, la Sociedad de Naciones fracasó
al no poder evitar las agresiones de Japón e Italia contra Manchuria y Etiopía
en la primera mitad del siglo XX. La Corte Permanente Internacional de
Justicia, aunque fue un experimento que tendría continuación en la Corte
Internacional de Justicia de La Haya, no pudo funcionar como el organismo
destinado a imponer el Derecho Internacional para combatir la arbitrariedad y
la fuerza. A medida que se ennegrecían los nubarrones de la Segunda Guerra
Mundial, la visión realista recobró enorme fuerza. Los realistas calificaron
peyorativamente a los liberales e interdependentistas como idealistas.
Sin embargo, la visión pluralista
estaba lejos de haber muerto. Resurgió con renovado vigor tras la Segunda
Guerra Mundial, en vista de la creación de toda una red de normas e
instituciones internacionales orientadas hacia el entendimiento y la
cooperación con diversos alcances geográficos, estructuras y naturaleza
funcional. Así nacieron las Naciones Unidas (NNUU), la Organización de Estados
Americanos (OEA), y desde Breton Woods, el Fondo Monetario Internacional (FMI),
el Banco Mundial (BM), o el Acuerdo General sobre Tarifas y Comercio (GATT).
Además, desde entonces han aparecido miles de organizaciones no gubernamentales
(ONG), multiplicándose los nexos globales de naturaleza comercial, cultural,
científica, militar, demográfica y profesional.
Los
principales impulsos teóricos
Un interesante desarrollo teórico
pluralista fue impulsado por el evidente crecimiento de los vínculos no
solamente inter-estatales (es decir, los nexos tradicionales al más alto nivel
de los representantes de los Estados), sino también de los nexos
trans-gubernamentales entre agencias o funcionarios de niveles menos elevados.
Surgió el desarrollo exponencial de los vínculos transnacionales en los
sectores económicos, sociales y culturales. Dentro de esta tendencia caben
instituciones como las corporaciones multinacionales y las organizaciones
internacionales de naturaleza laboral, religiosa, cultural, política y
caritativa con presencia en todo el mundo. A continuación se expondrán las
principales ideas aportadas por los más reconocidos teóricos de la
interdependencia.
Autores como Robert Keohane y
Joseph Nye encuentran varios canales que interconectan a las sociedades. Estos
nexos pueden ser formales o informales y se establecen tanto entre las élites
de cada Estado nacional, como entre funcionarios gubernamentales. Igualmente se
crean vínculos entre funcionarios no gubernamentales o entre organizaciones
transnacionales como las corporaciones multinacionales de bancos, industrias y
cadenas de tiendas con afamadas marcas. La agenda de las relaciones
inter-estatales consiste en una variedad de temas que no están ordenados u
organizados en forma jerárquica. Además, en tales agendas no se puede separar
rígidamente (como se ha hecho en forma tradicional) la política doméstica de la
internacional.
Muchas acciones de política
nacional pueden tener impacto en la arena internacional. Inversamente, los
eventos internacionales pueden impactar profundamente en la política interna y
la economía de los Estados. Los problemas transnacionales ya no son la
preocupación ni el quehacer exclusivo de los ministerios de relaciones
exteriores. Al contrario, esos problemas afectan a casi todas las ramas
internas de los gobiernos y estas ramas, a su vez, participan en estudios y
decisiones que producen consecuencias internacionales.
Las ideas de Wolfram Hanrieder,
señalan, asimismo, la existencia de dos movimientos o tendencias en los Estados
modernos: actividades independientes y crecientes en lo interno, e
interdependencia en lo externo. El Estado nacional creció casi incesantemente
en términos de poder interno: más regulaciones, impuestos, educación, seguridad
social, etc., hasta cubrir y envolver cada aspecto de la vida de cada persona.
Sin embargo, los Estados se hicieron cada vez más interdependientes a nivel
mundial.
El nuevo nacionalismo que retomó
fuerza después de la Segunda Guerra Mundial tuvo como resultado, no sólo el
nacimiento de numerosos Estados, sino además el surgimiento de barreras que
impidieron a las naciones más poderosas imponer fácilmente su voluntad sobre
las más débiles. Este fenómeno creó, por una parte, una comunidad internacional
más amplia y, por otra, obstaculizó la cooperación. Sin embargo, las crecientes
exigencias de la población de cada Estado, sus mayores demandas de salud,
educación y protección imposibilitaron a muchos Estados poder satisfacer
aquellas demandas. Esta situación forzó la búsqueda de cooperación e
interacción con otros Estados, conduciendo a la gradual eliminación de las
esferas entre lo doméstico y lo internacional. Para el Pluralismo, las
posibilidades de colaboración parecen mostrar los siguientes tipos de
interacciones:
a) Interacciones
horizontales: son las tradicionales relaciones entre los órganos oficiales de
los Estados. Pueden ser bilaterales o multilaterales.
b) Interacciones
laterales, que ocurren entre sociedades de distintos Estados. Son conocidas
también como relaciones transnacionales.
c) Interacciones
integradoras: son propias de los procesos supranacionales; probablemente el
máximo ejemplo contemporáneo de este tipo de interacciones son las que llevaron
a la formación de la Unión Europea.
d) Un
contexto permisivo, es decir, muchos canales y contactos, pocas barreras junto
con un comercio internacional fluido.
e) El
desarrollo del nacionalismo, fenómeno posible a pesar de que existe una intensa
participación en actividades trans-gubernamentales y transnacionales.
f) Posibilidad
de que los conflictos internos, originados en la distribución de recursos dentro de un Estado, puedan extenderse más
fácilmente al sistema internacional (cada vez más interdependiente, ya sea en
los ámbitos regionales o globales).
g) Un
proceso de convergencia entre los asuntos políticos internos y los externos.
Este proceso es especialmente vigoroso en el
mundo industrial.
h) Pérdida
de preeminencia de los temas de seguridad en las relaciones entre los
países desarrollados.
En la visión optimista del
Pluralismo, los conflictos territoriales habrían desaparecido casi totalmente.
Por esta razón, la distinción entre alta y baja política perdería relevancia.
Toda tendencia a la conflagración y una campaña militarista tendrían, en esta
perspectiva, una resolución pacífica porque nadie estará dispuesto a soportar
una hecatombe que, en última instancia abriría los caminos para encaminar el
sistema mundial hacia la cooperación.
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