Todavía
hoy causa estupor la súbita muerte del líder de Conciencia de Patria (CONDEPA),
Carlos Palenque, el 8 de marzo de 1997. El féretro fue acompañado hasta sus
últimos momentos por un contingente humano masivo que impresionó a todo el
país. La desesperación y profunda tristeza de sus seguidores se confundía con
la incertidumbre del núcleo histórico del partido. Tanto la dirigencia como los
humildes devotos del compadre Palenque solamente atinaban a expresar una sola
pregunta: ¿qué seguridad tiene, y cuál será la viabilidad política de CONDEPA y
del movimiento social que sustentaba al partido? ¿Cómo podrá responderse, de
ahora en adelante, a los miedos sociales y políticos que reventaron como las
esquirlas de una granada, después de la desaparición del caudillo que expresaba
tantos símbolos y condensaba tanto poder?
Tal
como ocurrió con la muerte del empresario cervecero, Max Fernández, jefe de
Unidad Cívica Solidaridad (UCS) en 1995, las especulaciones de los demás
partidos sobre la extinción de CONDEPA no se hicieron esperar. En diferentes
momentos de análisis político, algunos dirigentes de ADN, MIR, MNR o MBL dieron
su extrema unción en las conversaciones off
the record con los periodistas, como si de repente se hubieran convertido
en sacerdotes. Muerto Palenque todos intentarían canalizar el voto populista
hacia los partidos con opciones de poder.
La
ausencia de Palenque en el escenario democrático destruía las ambiciones de
CONDEPA y marcaba una nueva era en las estrategias de hacer política: emocionar
a las masas, bajar a su altura y ofrecerles de todo por medio de la
omnipotencia televisiva. CONDEPA y Palenque inauguraron la era del liderazgo
mediático y del populismo publicitario que identificó a aymaras, quechuas y
cholos con la representación política.
Muchos
políticos consideraban la muerte de Palenque como un hito histórico, no sólo
por la disolución de su partido, sino porque los partidos neoliberales tenían
una oportunidad única para acoger a los votantes condepistas. El reto en las
elecciones presidenciales era el siguiente: ¿de qué manera podían apropiarse de
las bases de CONDEPA y UCS? Por supuesto, era necesario pensar también en cómo
habría que controlar los medios de comunicación como RTP que, de repente, estaba
a la deriva. Después del Compadre, los partidos neoliberales debían analizar
minuciosamente las mejores estrategias para reconstruir sus relaciones con el populismo
de CONDEPA que bien podía cautivarse o perderse. El populismo palenquista
comprobaba que las masas eran como niños y ahora éstos buscaban una protección paternalista
y necesaria.
Sin
Max Fernández y sin Carlos Palenque, el panorama democrático pudo haberse
convertido en una cruzada redentorista que buscara santas alianzas con un
pueblo descarriado. Pero ocurrió todo lo contrario. Constituyó un espejismo para
los partidos neoliberales pensar que podían ganar fácilmente las adhesiones de
CONDEPA. El nacimiento de este partido echó mano del liderazgo de Carlos
Palenque cinglado en una trayectoria de casi quince años, al cabo de los cuales
se construyó una identificación profunda y directa entre el líder y sus bases.
CONDEPA
utilizó un discurso cargado de símbolos culturales andinos y religiosos en los
que se expresaba un enfrentamiento con la cultura q’ara y los políticos
blancoides de corte urbano, occidental y tradicional. La conducción estratégica
e instrumental de la simbología andina y los contenidos étnicos se combinaron
con el Sistema de Radio y Televisión Popular (RTP). Dicho discurso fue exagerado
y adquirió rasgos específicos en boca y manos de Palenque. Su estilo y
efectividad nunca pudo ser exportado hacia otros partidos como si se tratara de
una destreza comercial.
El
condepismo expresaba una relación de mutuo condicionamiento entre los códigos andinos
de una cultura chola y el líder mediático que hablaba del Pachacuti: el vuelco,
la transformación y venganza de los colonizados modernos. El palenquismo no puede
ser reeditado ni calcado. El énfasis y la intensidad del populismo del compadre
sucumbió con él.
La
muerte de Palenque no significó que los demás partidos tuvieran acceso
inmediato a la fuerza populista o que impulsen nuevos códigos, trasladando las
identidades de las masas cholas de CONDEPA hacia una nueva identificación con
el MNR, ADN, MIR o MBL. Todos estos partidos desaparecieron, pero el populismo
y el liderazgo mediático que legó Palenque, continúa moviéndose como un
fantasma atractivo y codiciado para manipular a gil y mil.
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