RE-ENCAUZAMIENTO, FORTALECIMIENTO Y VIGENCIA DE LAS HUMANIDADES


          


         La Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), realizó con gran éxito el evento académico más importante del año 2016: el Primer Congreso Internacional de Humanidades, Ciencias de la Educación, Derecho y Ciencias Políticas. Se congregaron un total de treinta y cinco académicos que representaban a 16 países, incluida Bolivia, quienes discutieron entre el 12 y 14 de septiembre, un conjunto de visiones pluralistas e interdisciplinarias sobre la actualidad, futuro y desafíos de las Humanidades como un tipo de saber y conocimientos que deben reposicionar el valor de todo ser humano como agente ético, sujeto crítico y ciudadano responsable que trata de comprender los problemas más acuciantes del siglo XXI. Fue un grato placer coordinar y dirigir todos los aspectos académicos del congreso, además de ser un reto, fue un aprendizaje muy valioso.

    El proceso organizacional fue complejo y se sustentó en una estrategia que buscaba crear una red de investigadores, así como estimular preocupaciones afines para analizar un posible reencauzamiento, fortalecimiento o estudiar las tendencias vigentes de los estudios en Humanidades. El primer dato a discutir fue cómo la economía de mercado y la cultura del consumo hoy día, están impulsando un conjunto de negativo de concepciones donde se enaltece a la tecnología, el uso desordenado y, a veces, embrutecedor de ésta en la vida cotidiana, así como la propaganda que impulsa en los jóvenes el culto hacia el dinero, tener prestigio a la rápida, con el esfuerzo debido pero en función de una deshumanización que glorifica el egoísmo y las perspectivas insolidarias del individualismo posesivo.

     El siglo XXI parecía haber comenzado con una serie de esperanzas después de la caída del Muro de Berlín y el hundimiento de la ex Unión Soviética. Muchos celebraron el comienzo del siglo como si fuera la explosión de nuevas libertades, más allá del totalitarismo comunista o la desilusión sobre la economía de planificación centralizada. Sin embargo, el mundo se embarcó en un proceso de deshumanización progresivo y las tempranas alegrías sobre el fin de las ideologías o la victoria final de la democracia liberal, no hicieron sino una magra contribución.

El primer evento desolador en el mundo fue la terrible Guerra de los Balcanes que puso fin a la ex Yugoslavia, donde explotó el inicio del nacionalismo étnico junto con las masacres intolerantes en términos culturales y religiosos. Todo este caudal de atrocidades se fue complicando hasta terminar en la invasión de Irak, la desestabilización más inhumana llevada a cabo por Occidente en el Medio Oriente, la guerra contra el terrorismo, el sometimiento de Afganistán y, recientemente, la increíble crisis humanitaria que se generó en la Guerra en Siria, un hecho premeditadamente llevado a cabo por las grandes potencias del mundo postmoderno.

El siglo XXI fue cayendo en el caos de la globalización y la celebración de una cultura del espectáculo que, por influencia de los medios de comunicación, quiere destrozar los conocimientos humanísticos. Éstos son acusados de ser pura imaginación pasada de moda, carente de efectividad en la competitividad comercial porque tampoco fomentarían el espíritu de empresa, cuando en realidad, el emprendimiento refuerza nuevas formas de explotación mercantilizando el trabajo, las capacidades de las personas y la conciencia de todos. Las Humanidades se transforman en una forma de crítica para evitar que prolifere este tipo de pulsiones destructivas de la cultura que, como patrimonio de todas las generaciones, está hecha de seres humanos, para seres humanos y para ayudarnos unos a otros como congéneres que no solamente quieren vivir de dinero, fama o tecnología.

En el terreno económico, las principales potencias como Estados Unidos y la Unión Europea, diseminaron la imposición de una economía de mercado que, supuestamente, iba a garantizar el progreso y crecimiento económico, fomentando el ingreso de todos los países en desarrollo dentro del club de la liberalización, la inversión extranjera directa y el poder de las grandes corporaciones transnacionales.

Todo resultó ser también una decepción. Los países que aplicaron las políticas de mercado, fueron víctimas de nuevas formas de sometimiento injusto y la desigualdad evitó que se erradicara la pobreza. En esta primera mitad del siglo XXI, el noventa por ciento de la población puede ser considerada pobre, marginal o apenas sobreviviente, frente a un pequeño uno por ciento de élites financieras, militares y políticas del Occidente postindustrial que concentran el setenta por ciento de la riqueza en el ámbito global. La economía de mercado nunca pudo mejorar la entrega de servicios por medio de políticas sociales de protección para las grandes mayorías.

La educación trató de ser arrinconada en los moldes de la formación artificial para incitar el estudio de la administración de empresas, alta gerencia, tecnologías informáticas, telecomunicaciones y áreas no precisamente vinculadas a la investigación científica, sino al uso instrumental de la ciencia para fortalecer la globalización como conjunto de interconexiones entre economías, mercados y personas que, en el fondo, se convierten en palancas de la industria cultural, el consumo de masas y la búsqueda de gratificaciones únicamente materiales.

El pensamiento abierto que viene de las Humanidades para destacar las fortalezas de la cultura como potencial creativo donde se impulse una construcción estética en diferentes ámbitos como la literatura, la filosofía y la educación, abre las perspectivas para reinsertar la visión de una sociedad que sea más humanizada. Empero, existen tendencias que desprestigian a las Humanidades porque las fuerzas del mercado, el consumo irrefrenable y las obsesiones por competir como un torbellino, pronto hicieron ver que la formación de un sujeto crítico, un lector vigilante y un creador de saberes plurales, era equiparado con un lóbrego profesor universitario o un estudiante soñador que se había rezagado frente al mundo, cada vez más amante de la superficialidad en términos de goce por comprar y vender. El placer del momento, la moda superflua y una actitud poco consciente de las limitaciones del crecimiento económico que destruye y destruirá el medio ambiente, se ponen en contra de regenerar la humanidad como género y existencia histórica.

Es aquí donde el Congreso trató de no ser tan pesimista para afirmar que los conocimientos humanísticos no están desplazados, ni sumidos en una profunda crisis. Todavía existen espacios para investigar sobre la multiculturalidad, el rescate de la ética como una manera de renovar la conducta responsable en busca de la equidad y los valores de justicia, así como el estudio de la historia para meditar cómo podemos ver mejor nuestro pasado. ¿Desde qué óptica? Es vital generar nuevos conocimientos en la historia económica y social para obtener un análisis del pasado de manera diferente, especialmente en Bolivia y la región andina. Las Humanidades sientan las bases para proponer nuevos enfoques que hagan ver que el desarrollo económico deba dar lugar a un conjunto de estructuras más equitativas. El reto es recuperar y adecuar para el siglo XXI estos modos de desarrollo sostenible y pro equidad para seguir adelante con la defensa de una sociedad que ayude a todos.

Uno de los invitados especiales, el historiador español Juan Marchena, expuso claramente que “la humanidad es el corazón de las ciencias y las ciencias el principal logro de la humanidad”. Estamos de acuerdo con esta visión porque matemáticas e historia, filosofía y medicina, están íntimamente ligadas en la comprensión del mundo y las formas en que analizamos nuestras experiencias para sistematizar nuestros conocimientos. “A pesar de que las Humanidades no han sido consideradas a la hora de realizar diagnósticos y propuestas de desarrollo científico en la mayor parte de las instancias gubernamentales y planificadoras de la educación superior en casi todo el mundo, explicó Marchena, estas disciplinas siempre tuvieron una importante participación en el desarrollo científico, la innovación y creación del pensamiento. Un papel que recién en los últimos años está comenzando a ser advertido en los principales y más avanzados institutos tecnológicos y universidades, incorporando los saberes humanísticos en los pensum obligatorios de diferentes carreras”. El Congreso fue un rotundo triunfo y, como tal, situó a la UMSA, La Paz y Bolivia en un sitial de discusión académica de primer nivel.

Toda la organización fue compleja por la movilización de recursos y la estrategia operativa que debía construir para plasmar todas las ideas. Fue una alegría invitar a colegas de renombre como Carlos Gadea de UNISINOS, Brasil, Erick D. Langer de Georgetown Universtiy y Fernando Fernholz de Duke University. Valió la pena. Como director académico y organizador tuve éxito y como dice el refrán, nadie me quitará lo bailado. Las memorias del congreso se publicaron, reuniendo las principales ponencias de los expositores internacionales. Este es el link:

https://www.academia.edu/35148946/MEMORIAS_DEL_CONGRESO_DE_HUMANIDADES.pdf

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