¿Por qué creemos en dios? ¿Realmente necesitamos de él? Se pueden
intentar múltiples explicaciones pero una de las que más me convence es aquella
que trata de entender a la religión como una forma de comunicarnos con algo
misterioso. La religión tiene que ver con la función que cumple dentro de la
sociedad, es decir, qué significa administrar la inevitabilidad de la
contingencia comunicativa. Las creencias religiosas para un filósofo y
sociólogo muy influyente como Niklas Luhmann, aseguran que la comunicación será
exitosa dentro de la sociedad, expresándose por medio de elementos espirituales
que buscan trascender la existencia humana.
Esta trascendencia sería una meta-comunicación con un entorno posible, es
decir, situado más allá de la experiencia social, pero comunicando mensajes
hacia el espacio terrenal y estableciendo un sistema religioso como comunidad de pecadores. Al mismo tiempo,
se lleva a cabo una diferenciación más desarrollada: una sociedad secularizada.
En esta perspectiva, la teoría sociológica debe comprender claramente de qué
manera se transita del ritual al dogma y viceversa.
El rito sería propio de las sociedades antiguas donde impera una
comunicación religiosa caracterizada por la oralidad (una retórica), mientras
que el dogma religioso distingue a las sociedades más avanzadas donde la
comunicación está mediada por la escritura y los materiales impresos, surgiendo
condiciones de diferenciación funcional. El problema del dogma, parece sugerir
que la religión requiere una comunicación más sistemática y totalizadora si
busca convertirse en una doctrina; es decir, en un patrón de comportamiento con
pretensiones de universalidad y con postulados sobre el pasado, el presente y
el futuro.
Este sistema de comunicación habría funcionado de manera similar al
sub-sistema de la ciencia, cuyos dogmas representan circuitos de información
pero secularizados; sin embargo, el punto de partida inicial es la religión,
que en sus inicios poseía una rica imaginación sobre el universo, sus orígenes
y destino, cambiando después sus orientaciones para transformarse en un conjunto
de instituciones que requieren restringir
aquella imaginación con regulaciones sociales para funcionar como una
comunicación más eficiente en términos de poder, tanto dentro del sub-sistema
social, como para el ejercicio del poder que se impondrá sobre los diferentes
individuos conectados con la comunicación religiosa.
Para Luhmann, lo sagrado en la sociedad logró combinar, por una parte
el tratamiento pragmático de los objetos religiosos, rico en astucia y
determinado por la situación de las sociedades arcaicas, con la segregación y el misterio de los signos
respecto a Dios y su doctrina racionalizada en la tierra por las iglesias de la
sociedad moderna. En las sociedades antiguas la comunicación funciona al
interior de los límites entre lo familiar y aquello no familiar, conocido y no
conocido; el fenómeno religioso es entendido por casi todos los miembros de la
sociedad de una forma similar. La función de la religión arcaica es brindar sentido al mundo que es entendido
como un sufrimiento desde la perspectiva humana. Por lo tanto, lo sagrado invade
todo aspecto de la vida debido a que el mundo es experimentado por todos como
un misterio y un secreto, pero también como una revelación.
Lo sagrado es el
imperio del misterio aunque no se habla de la muerte como una situación
relacionada con el más allá; sin embargo, la creencia en algo sagrado tiene el
propósito de comunicar que quien muera no se perderá en la nada sino que podría
reconciliarse con la felicidad. ¿No es la muerte, incluso para los que creen en
la inmortalidad del alma y el cuerpo, el verdadero misterio?
Luhmann muestra que el
hombre moderno racionalizó lo sagrado y así perdió el significado profundo de
lo que significa la sacralidad. De cualquier modo, la cultura como estructura
de significaciones protegió el sentido religioso para darle un lugar nuevo: el
misterio sobre la mortalidad. El miedo a reconocerse como un ser insignificante
y mortal, hace que la religión refuerce y reinstale la conciencia de lo
sagrado. La vivencia de lo sagrado, en la antigüedad o actualmente, no es
racional, sino una experiencia “primigenia”: el hombre está indefenso frente a
la metafísica de lo inexplicable identificado con las divinidades.
Lo santo, sagrado y
misterioso no pueden definirse pero podemos darle un sentido ligado a los
dioses. La representación de lo divino entrañaría tres significados
complementarios: a) el sentimiento de dependencia al haber sido creado por algo
sobrenatural; b) la espiritualidad ligada a lo supremo que es inmortal e
imperecedero; y c) el misterio terrible
de la muerte, caracterizado por la insignificancia del ser humano, indefenso
ante las fuerzas de la naturaleza y totalmente inerme frente a la finitud de
todo. La religión es un pobre consuelo pero también un instrumento de
comunicación social muy eficaz.
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