En treinta y cuatro años de democracia (1982-2016), las Fuerzas Armadas (FF.AA.) en Bolivia tienen muchos problemas de institucionalidad. ¿Qué quiere decir esto? Significa que existe un lento proceso mediante el cual las normas y conductas de las instituciones militares todavía no reconocen ni aceptan las enormes exigencias democráticas en términos del respeto de derechos y el cuidado de la estabilidad política a cargo del poder civil.
Con Evo Morales en el poder tampoco se logró una mayor
legitimidad y reconocimiento de autonomía institucional para mejorar la
relación entre las FF.AA. y la defensa de la Constitución, o el respeto de la
sociedad civil hacia la institución militar como entidad que defiende la
soberanía estatal con plena confiabilidad.
Aunque no es nada sorprendente, los militares son quienes
violan de manera más sistemática y de forma impune los derechos humanos, junto
con las instituciones policiales, aprovechando al mismo tiempo un montón de
ventajas como una jubilación bastante holgada y un tratamiento privilegiado en
términos de cargos, solamente porque podrían ayudar al presidente a mantenerse
en el poder por razones estrictamente autoritarias y pragmáticas, destruyendo
cualquier convicción democrática.
Hoy en día no existen propuestas de reforma político-institucional
para identificar un conjunto de nuevos roles militares y una mejor
profesionalización de las FF.AA. Más bien, Evo Morales delegó a éstas otras
funciones como controlar el contrabando y ser parte de la seguridad pública, lo
cual no resuelve su crisis de institucionalidad, sino que agudiza sus problemas
de organización que afectan, no sólo a los militares sino también a su misma
funcionalidad dentro del sistema político.
Existe un grave déficit de institucionalidad y problemas
de modernización dentro de las FF.AA., sobre todo por la violencia que se
practica en los cuarteles y el abuso de poder en las tareas de lucha contra el
contrabando o el narcotráfico. Estos abusos son parte de un escenario
pre-moderno y, por lo tanto, las FF.AA. están casi totalmente desprovistas de
capacidades para reformarse desde adentro. La pregunta central es: ¿cuáles son
los problemas de institucionalidad que se encuentran profundamente enraizados
dentro de las FF.AA. bolivianas? La desinstitucionalización repercute en la
inestabilidad política de diferentes gobiernos, generando permanentes escenarios
de violencia que destruyen los valores básicos de la democracia.
Con
carácter hipotético se puede afirmar que la carencia de una institucionalidad en las FF.AA. impacta en la aparente
instrucción integral que se imparte a los conscriptos en los cuarteles del país
bajo el nombre de servicio militar obligatorio, creándose patrones de
autoritarismo impune y determinando una incapacidad de adaptación de la
institución militar a los requerimientos de un sistema de derechos.
Los constantes vacíos en la construcción de una institucionalidad
dentro las FF.AA., vienen desde la instauración de la democracia en 1982,
debido a la falta de claridad e interés de los legisladores y militares de alto
rango para abordar temas como su modernización y formación profesional,
provocando así condiciones de violencia en los cuarteles y en la intervención
de los militares en los momentos de manutención del orden político interno.
Estos problemas crean una enorme incertidumbre respecto a los principios
democráticos que las FF.AA. deben obedecer en Bolivia. La democracia, una vez
más, está en constante peligro.
En el marco de los derechos y deberes de los niños, niñas
y adolescentes, debe abrirse la alternativa para realizar un servicio civil y
dejar de lado el servicio militar obligatorio. El Estado también debe
garantizar que la realización del servicio militar sea uno de los ejes para el
total respeto de los derechos fundamentales y para la reforma del Estado.
Es oportuno sugerir que el servicio militar tienda
progresivamente a desaparecer o, en todo caso, pueda combinarse con el servicio
civil, de tal manera que los ciudadanos optemos por una u otra modalidad, con
el único propósito de rendir honores hacia la soberanía del Estado y aplicar
una gama de valores cívicos. El telón de fondo se sitúa en estos valores
cívicos y en la necesidad de recomponer los esfuerzos para respetar y sacrificarse
por la nación, lo cual no pasa necesariamente por las FF.AA. porque éstas,
junto con su desinstitucionalización, se han desprestigiado como núcleo de la
defensa cívica de la nación. Los altos jerarcas de
las FF.AA. tienden a acumular dinero fácil y a no rendir cuentas cuando abusan
a su propia gente o a los ciudadanos de a pie. En consecuencia, llegó la hora
de abandonar el servicio militar obligatorio, así como reformar las FF.AA. para
evitar que éstas acaben nuevamente con la democracia.
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