En el siglo XXI existe un intenso debate sobre el futuro de algunas profesiones o la función que desempeñan diferentes tipos de investigadores. El desarrollo del conocimiento científico se tornó tan dinámico y complejo que están en cuestionamiento los aportes a la ciencia desde la sociología, antropología y diversas disciplinas humanísticas. ¿Qué hace y qué papel cumple un sociólogo? La respuesta a esta pregunta motiva ilusiones y, al mismo tiempo, exige que sean las universidades quienes expliquen cuáles son sus aportes a la formación de este tipo profesionales.
Un
sociólogo trata de expresar la vocación por el conocimiento científico sobre la
sociedad, aunque en esta época signada por la globalización y las poderosas
influencias de la tecnología, surgen una serie de dudas en torno a la
confiabilidad de los métodos de investigación que la sociología utiliza y sobre
la solvencia de sus hipótesis explicativas. Los sociólogos también tienden a
ser ideólogos en el sentido estricto de la palabra, es decir, se convierten en profesionales
que justifican arbitrarias posiciones políticas, contribuyendo a legitimar el
dominio de aquellos que ejercen el poder y, finalmente, se transforman en
escritores a sueldo para sustentar diversas acciones que promueven el culto a
la personalidad de los líderes políticos.
En
Bolivia, la formación de los sociólogos se enmarca dentro de la Universidad
Mayor de San Andrés (UMSA), cuya carrera de sociología es la institución más
antigua desde 1969, mientras que la Universidad Pública de El Alto (UPEA) cobija
a la carrera más joven desde el año 2004. El análisis institucional y académico
permite afirmar que los sociólogos se nutren más de una matriz política e ideológica, antes que de esfuerzos científicos sostenidos
en evidencias provenientes de la investigación.
Lo curioso es que la ideología, como
un conjunto de consignas políticas y creencias sobre la revolución o una sociedad utópica, es
aquello que marca la educación de los sociólogos desde la década de los años
setenta. Las visiones del socialismo y un fuerte peso del pensamiento marxista
en la estructura curricular, fueron extendiéndose hasta la década de los años
noventa cuando desapareció el Muro de Berlín y la ex Unión Soviética. Sin
embargo, los primeros sociólogos de la UMSA recuerdan con nostalgia la
politización durante las acciones de resistencia a los gobiernos dictatoriales
de Hugo Banzer (1971-1978), Alberto Natusch (1979) y Luis García Meza
(1980-1981).
La formación sociológica en Bolivia
confunde constantemente sus aspiraciones profesionales con una supuesta
necesidad por iniciar diferentes procesos de
transformación política en la realidad. Por lo tanto, en el papel de un
sociólogo destaca una concepción militante y dogmática, donde el peso teórico y
las capacidades de investigación científica fueron reemplazados por orientaciones
ideológicas junto con el activismo político que los sociólogos intentan realizar,
tanto en el terreno de los partidos como en algunas organizaciones de la
sociedad civil.
La mayor parte de las discusiones
sobre la estructura social, la dinámica de las clases sociales, sus luchas, los
problemas del desarrollo, las contradicciones de la cultura, los movimientos
indígenas, o los problemas del sistema democrático desde 1982, fueron asumidos
por los sociólogos a partir de enfoques ligados únicamente con el marxismo, el
indianismo, el culturalismo o la aplicación de una metodología dialéctica
marxista para identificar las condiciones de ruptura que podían aparecer en la formación
económico social boliviana.
Durante un largo periodo, la
educación de los sociólogos estuvo vinculada al debate sobre la relevancia y
aplicación del marxismo para el análisis de la sociedad boliviana. La utilización
de los perfiles ideológicos revolucionarios resultan ser insuficientes para
abrir espacios útiles en el mercado de trabajo del sociólogo. Las utopías
políticas siempre chocaron, y todavía chocan, con el entorno laboral que exige
la investigación-acción para abordar aspectos concretos de la situación de
salud, educación, desarrollo productivo y la construcción de una serie de
políticas sociales.
Hoy
día, el sociólogo debe sustentar científicamente sus afirmaciones y contribuir al
mejoramiento de un trabajo más técnico para la formulación y evaluación de
proyectos de desarrollo humano multidimensional, así como para diagnosticar de
manera rápida diversas situaciones socio-económicas. Los sociólogos tendrían que
mejorar sus capacidades analíticas inmediatas, en lugar de tomar posiciones
ideológicas de moda, que solamente enaltecen caudillismos transitorios,
quitándole a la sociología sus aportes para lograr un impacto verdaderamente útil
en la sociedad.
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